Desde todas las regiones del país seguimos esperando las mesas de concertación y de planeación participativa para la construcción del Plan de Desarrollo Nacional 2022-2026. La estructuración y formulación de la nueva carta de navegación de Colombia marcará, según los expertos, el rumbo-norte para convertirla en una nación más humana y en potencia mundial de la vida.
Los vaticinios y anuncios nos indican que será un Plan de Desarrollo de corte eminentemente social, donde el epicentro será la gente y su dignidad humana. Como es por todos conocido, el Plan Nacional de Desarrollo es una Ley elaborada cada cuatro años por el Gobierno elegido, y es donde se consignan las políticas públicas del mismo, para desarrollarlas durante el cuatrienio en el que se gobierna.
Como toda Ley, debe ser aprobada por el Congreso de la República. Este debe ser el punto de partida de todo Gobierno, iniciando con este ejercicio de planeación participativa para discutir desde los territorios el modelo de país que se propone desde el Gobierno nacional. Desde esas mesas técnicas de concertación con la ciudadanía, es de donde salen el diagnóstico y el pronóstico del nuevo rumbo que debe tomar el país, con el direccionamiento político y estratégico del presidente de la República como líder de la nación. Es decir, el que está bajo el techo es quién sabe dónde cae la gotera, y por eso, es menester consultar y escuchar al pueblo, caminando detrás de los ciudadanos en las denominadas trochas ciudadanas para saber cómo aprietan sus problemas. Sólo así, no se incurrirá en improvisaciones ni equivocaciones, porque no se puede administrar lo que no se conoce.
Estamos en una coyuntura histórica muy especial para el país, donde lenta y muy gradualmente se vienen cambiando las estructuras funcionales del Estado para implementar un nuevo modelo ideológico y de gobierno. Eso demanda mucho tiempo, pero simultáneamente, la Ley 152 de 1994 orgánica del Plan de Desarrollo, señala que se debe ir formulando mediante una ruta participativa los contenidos de la nueva carta de navegación del país.
La fase de alistamiento institucional y el liderazgo del Departamento Nacional de Planeación son claves en este propósito, pero considero que se debe hacer a través de un modelo novedoso y no tradicional, donde se incluyan las regiones apartadas y con enfoque diferencial, si lo que se quiere es incluir a los nadie y a las nadie del país.
El país requiere de un Plan Maestro de Desarrollo Nacional para que ininterrumpidamente se dé continuidad a las políticas sociales que se implementen y no queden como políticas de gobierno ni como catálogos de buenos deseos o adorno de los anaqueles de las bibliotecas nacionales porque no mejoran la calidad de vida de la gente ni resuelven los problemas estructurales del país. Pienso que es ahora o nunca, porque el cambio es cambio, y donde mejor debe reflejarse la transformación del país es en el modelo de desarrollo social y económico que se quiera establecer a través de la herramienta de planificación y sin improvisaciones ni suposiciones, sino con diagnósticos claros y una línea base que refleje la realidad nacional.
Primero debe ser el Plan de Desarrollo, luego el presupuesto ajustado, y en seguida, la Reforma Tributaria. Colombia espera cosas extraordinarias y por fuera de lo ordinario, en el actual Gobierno nacional. Las necesidades son muchas y el presupuesto es insuficiente, dada la deuda externa impagable, pero en saber priorizar está el secreto de saber conducir al país. El desarrollo de la sociedad del conocimiento es una gran línea de acción.
La garantía del mínimo vital de agua y alimentos para alcanzar el desarrollo humano en las regiones como Chocó y La Guajira también. Igualmente, el fortalecimiento del tejido empresarial de Colombia y el crecimiento económico en sus ejes estratégicos como: el emprendimiento y formalización, la productividad y capital humano, innovación y sofisticación, acceso a mercados, equidad de género y articulación institucional para la competitividad.
Del mismo modo, la reducción del Estado y la racionalización del gasto público en todos los órdenes también permite la inversión pública y social. Pero indudablemente, que voltear la mirada hacia el campo y escribir con agua el progreso del país, con la conservación de la biodiversidad, el recurso hídrico y los suelos, es otra de las líneas de acción importantes. Insisto también en que los territorios deben asociarse en la búsqueda de resolver problemas comunes con economías de escala a la luz de la Ley de Ordenamiento Territorial.