En los años 80 no teníamos tanta tecnología como la tenemos hoy. Mi padre salía para el trabajo y volvíamos a saber de él cuando regresaba a casa. Lo mismo ocurría cuando estaba en el hogar descansando: no era interrumpido por sus asuntos laborales. En estos años vivíamos felices y disfrutábamos de sus vacaciones hasta el día que volvía al trabajo.
En esta misma época ocurría algo muy particular pues después de hacer las tareas salíamos a jugar y nuestros padres sabían de nosotros cuando por fin regresábamos a la casa muchas veces pasados del hambre. También desde muy niños salíamos y regresábamos solitos caminando desde la escuela debido a que no había sido inventado el transporte escolar. Hoy pienso que nuestra niñez fue muy hermosa, éramos muy felices ya que tampoco al pueblo había llegado la telefonía fija y por supuesto no se había cruzado por la mente de algún humano la invención del WhatsApp.
Ciertamente, a lo largo de mi corta pero excelente experiencia de vida, he superado grandes escollos que me ha llevado a trascender cómo ser humano, la primera fue sacar esos múltiples pensamientos inútiles de mi cabeza con lo que he llegado a disfrutar cada instante por insignificante que parezca. Segundo, pude dejar de consumir licor con todas las consecuencias espectaculares que se vienen después. Y, tercero, saqué de mi habitación el televisor para poder aumentar los ratos de lectura. Efecto que logré y hoy disfruto mucho más mis libros.
Pero, hoy lucho de manera constante del valioso tiempo que invierto mirando el celular en redes sociales. Dejarlo es una lucha que he perdido en múltiples ocasiones aunque esté firmemente convencido qué pierdo con él ocasiones y oportunidades en mi vida: tiempo de mis hijos y nieto, tiempo de lectura, tiempo de estudio. Mirando el celular inmerso en redes sociales y Whatsap derrocho valioso tiempo de calidad de mi familia.
Definitivamente hoy la tecnología nos invade y en razón de esto es necesario una ley para que recordemos que posiblemente hubo una mejor época y que el descanso y la privacidad es un derecho fundamental para todo ser humano: padre, niño, empleado, trabajador o jefe.
De hecho, en enero surgió la Ley 2191 de 2022 que tiene por objeto: crear, regular y promover la desconexión laboral de los trabajadores en las relaciones laborales dentro de las diferentes modalidades de contratación vigentes en el ordenamiento jurídico colombiano con el fin de garantizar el goce efectivo del tiempo libre y los tiempos de descanso, licencias y vacaciones para conciliar la vida personal, familiar y laboral.Se fundamenta en que el derecho a la desconexión laboral estará orientado por principios constitucionales en los términos correspondientes al derecho al trabajo y los convenios ratificados por la Organización Internacional del Trabajo OIT.
Asimismo, en el derecho que tienen todos los trabajadores a no tener contacto, por cualquier medio o herramienta, bien sea tecnológica o no, para cuestiones relacionadas con su ámbito o actividad laboral, en horarios por fuera de la jornada ordinaria o jornada máxima legal de trabajo, o convenida, ni en sus vacaciones o descansos.Por lo anterior, el empleador se abstendrá de formular órdenes u otros requerimientos al trabajador por fuera de la jornada laboral.
En síntesis, afirma esta misma ley que la inobservancia del derecho a la desconexión laboral podrá constituir una conducta de acoso laboral y aquélque crea vulnerado su derechopodrá poner dicha situación en conocimiento del Inspector de Trabajo.
En conclusión, en ocasiones de descanso, de disfrute de mi familia, lectura o estudio, cuando por fin logro alejarme un poco del teléfono celular en mi lucha por superar el tiempo que invierto en redes sociales, lo mantengo a una distancia prudente no sea que suene el WhatsApp y sea mi jefe que me necesita de manera urgente.