Hay segundos puestos honrosos, pero cuando se habla de la mala calidad de quienes estudian en la Universidad de La Guajira, la cosa cambia. El pésimo nivel de sus alumnos en destrezas para desempeñarse en la vida profesional es aterrador. Eso es lo que mide la Prueba Saber Pro, obligatoria desde 2003 para graduarse de pregrado. Por supuesto, las individualidades lavan un tanto el pellejo. Según los resultados consolidados para 2020, la Universidad de La Guajira alcanzó 130,7 puntos, el segundo peor en el escalafón universitario del país. Queda, dirán los áulicos de la pequeñez, el consuelo de que menor fue el de la Universidad de Chocó con 120,2, el último de todos. Estuvimos cerca de alcanzar el primer puesto de abajo hacia arriba.
Las Pruebas Saber Pro constan en una primera sesión de cinco módulos de competencias: lectura crítica, razonamiento cuantitativo o matemático, competencias ciudadanas (conocimiento de las leyes colombianas), inglés y comunicación escrita (cómo argumentar); adicional, hay un cuadernillo de preguntas socioeconómicas; en una segunda sesión se escoge uno entre cuarenta cuestionarios sobre competencias específicas según el interés del estudiante. La incidencia de las inclinaciones profesionales de los evaluados es parcial, ya que en general se trata de medir qué tanto el estudiante se adaptará al mundo laboral.
Se discute la pertinencia de la prueba. Para algunos favorece a estudiantes andinos y del eje cafetero (población predominantemente blanca), en detrimento de la periferia de Colombia, negra e india de manera particular. Desde luego que la población guajira en general se refleja en estos resultados ignominiosos, pero resulta interesante que en el caso de las comunidades wayuú la dispersión de la población indígena y la desprotección por deficiencias en conectividad, transporte, alimentación, y de manera importante, el atraso profesional de los docentes de etnoeducación (lo que en sí mismo es un contrasentido porque tiende a crear gulags educativos), explican por qué La Guajira está sentenciada a una morosidad en el conocimiento por razones políticas.
Semejante desastre en la Universidad de La Guajira tiene culpables; por ejemplo, su Consejo Superior Universitario y el rector nombrado por este ente, la clase política en cabeza del gobernador y la ciudadanía junto a la inefable dirigencia wayuú. ¿Creen tener alguna incumbencia en estos hechos? ¿Serían capaces de someterse a un juicio de residencia y determinar las causas de tal timo para recomponer el camino? De muy poco sirve abrir nuevos programas para obtener idéntica mediocridad.
La Universidad Javeriana ante la misma prueba obtuvo “apenas” el noveno lugar entre las mejores; pero, la élite sí se preocupa de no prohijar inhábiles. Hizo un estudio para precisar dónde se hallaban sus estudiantes inciertos (programa de psicología a la cabeza) y dónde los mejores (medicina y odontología). Sin embargo, La Guajira no está lista para una conversación de esas.