El multitudinario sepelio realizado en San Juan del Cesar, el sábado 12 de febrero de 2022, a las 9 am, bajo los rayos de un sol inclemente, se convirtió en una demostración de afecto y cariño hacia un hombre sencillo, noble, humanitario y bueno, que fuimos a sepultar.
Murió Prospero Plata Mendoza, a edad de 71 años, el hijo de Chano Plata y la señora Melba Mendoza, después de superar los rigores del Guillain Barré, y luego, tres infartos consecutivos del miocardio, hasta que por fin la muerte, cegó su vida.
Qué tristeza produjo en la sociedad sanjuanera su deceso. Muchos amigos de infancia, de los barrios populares, del centro, de la zona rural y urbana, llegaron a despedirlo y darle su último adiós. Una caravana de taxis amarillos también hizo parte del cortejo fúnebre para despedir con sus pitos al eterno inspector de Tránsito del pueblo que salía a repartir sus favores.
También sonó en el acompañamiento a su última morada la música de Diomedes Díaz y Colacho Mendoza, sus ídolos, a quienes defendía a capa y espada como su seguidor furibundo. Deja cinco huérfanos y una viuda, que se constituyen en su honrosa familia, son ellos, John Jairo, su hijo mayor. Luego, contrajo matrimonio y tuvo a Eimard Sarug, Yezir, Camilo y Yuris. Tres varones y una hembra, que constituyeron siempre la alegría de su hogar, junto con su abnegada esposa, la educadora, María Cecilia Álvarez, ‘La Mona de Popo’.
Murió un sanjuanero a carta cabal, con esa sonrisa de niño que siempre lucía dejando entrever una chispita de oro en su arcada dentaria. Se fue el hombre que nació un 16 de julio de 1950 en el Hatico de Los Indios, pero que, a edad de nueve años, llegó con sus padres a San Juan a quedarse para siempre hasta conquistar el corazón de los sanjuaneros. El mismo, que, a temprana edad, me contó, hizo parte del conjunto vallenato de William Fuentes como cantante.
Lo vimos diariamente de manera religiosa, cruzar la callecita para llegar hasta su casa materna, ubicada allí, frente a lo que hoy, es Casa Vieja, Disco Bar. Ahí donde se escuchaba el zumbido de las carruchas hilando del maguey para tejer las mochilas que hacían sus hermanas de fique.
Próspero hizo parte de las tertulias de Arique Brito, y hoy hace parte del libro de los difuntos, del mismo Arique. Allí en la callecita, en esa casa que se convirtió en un ícono y referente del municipio se quedaron sus hermanas desconsoladas con sus recuerdos.
Una vez más, queda demostrado que la muerte de un hombre bueno, no es una muerte individual, sino colectiva. Con la muerte de “Popo” Plata, como cariñosamente, le llamamos en vida, se va un pedacito de vida de nuestro pueblo sanjuanero y también un pedazo de nuestras muertes.
Murió un hombre útil y servicial, de esos que ya no vienen ni con recetas. Un hombre, tímido a veces, reverente, otras veces, pero fiel y leal con los amigos. De esas personas que duele de verdad su muerte, porque no se metía con nadie sino para elogiarlo.
Se fue el amigo entrañable, el tío universal con su alma de niño, ese que no deja resentimientos, sino que se fue en busca de la ciudadanía del cielo que tiene ganada al lado de Dios con su alma buena y sosegada, llena de paz.