Ana María sobrevivió a los miedos de las amenazas de los paramilitares cuando trabajó en el diario El Pilón de Valledupar, esa etapa de su vida que le sacó más de una lágrima porque muy en el fondo sentía ese lado oscuro que silenciaba muchas voces de personas que quedaron en mitad de una guerra y, que fueron acusados de pertenecer a esos grupos que con sus armas controlaban los territorios.
En ella se cumplió ese dicho popular “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, cuando hace más de cuatro años la escogieron para conformar el grupo de esclarecimiento de la verdad, tiempo durante el cual le fue revelado las angustias de algunos campesinos tildados de guerrilleros, o dados de baja en combate y que de esa manera llegó a publicar en su trabajo de periodista en más de una oportunidad.
En esos momentos se confrontó y corroboró después de revisar los archivos de prensa, y de escuchar en los territorios los relatosde las comunidades que muchos de esos rostros publicados en medios de comunicación eran realmente campesinos y no guerrilleros. “Eso para mí fue muy duro”.
La estigmatización del campesinado como supuestos miembros de la subversión de la guerrilla en la Sierra Nevada, en la Serranía del Perijá y Montes de María fue bastante fuerte y, fue uno de los grandes impactos que dejó esa guerra, recuerda Ana María.
No duda en afirmar, que, si bien es cierto que, si hubo miembros del campesinado y de los pueblos étnicos que pertenecieron a las filas de los grupos armados, no lo fueron todos, pero los medios de comunicación lo que hacían era replicar tal cual la información que entregaban las entidades del Estado.
De ese análisis descarnado, se entiende también las dificultades en el ejercicio periodístico para contrastar la información como corresponde en medio de una guerra, con los miedos propios del ser.
“Entonces, en ese ejercicio periodístico cuando no contrastábamos era porque tampoco teníamos como hacerlo, si no le creemos al Estado entonces a quien le creemos, o como hacíamos para verificar si era real la información, entonces ahí es donde uno dice la voz de todos, la voz de los familiares, de esos campesinos, pero generalmente publicábamos los boletines oficiales, entonces si fue de las cosas duras que yo tuve de lo que contribuye un medio para estigmatizar a un sector o a otro”.
Hoy, Ana María, se interpela como profesional y como periodista y entiende que este otro espacio que le permitió la vida es como ese camino para hacer algo por esas comunidades que terminaron estigmatizadas por el conflicto.
“Yo hoy entiendo que fue una oportunidad de la vida, para hacer algo con esas comunidades que yo de pronto ayudé desde un medio a estigmatizar, a no darle la voz, a invisibilizarlas, no podía ir muchas veces a las veredas y esa verdad se quedó allá escondida y, que hoy tuve la oportunidad de sacarla también para mí fue satisfactorio poder hacerlo”, agregó.
Los medios
Esta reportera que no ha dejado de serlo entendió mejor el conflicto cuando llegó a la Comisión de la Verdad, allí conoció esa otra parte de la manera como los medios de comunicación abordaron la guerra en los territorios.
“Los medios de comunicación en muchos momentos fuimos utilizados por los actores del conflicto armado, y muchas veces asumí y entendí que tenía una responsabilidad también en el conflicto porque finalmente lo que diga un medio de comunicación, un periodista sirve para mover la audiencia hacia un lado o hacia otro”, expresó.
En su relato, reafirma que los medios de comunicación muchas veces se han quedado un poco rezagados frente a esa verdad que requiere la ciudadanía para tomar mejores decisiones.
“Cuando nose entrega una información completa estás informando de la peor manera”.
Cada minuto valora esa experiencia que, aunque dolorosa por la crueldad de la guerra, la ayudó a entender realmente cual es el rol del periodista y a quien debe obedecerel deber ser como periodista.
“También entendí y, fue como mi crecimiento a través de la comisión y la experiencia en estos años a que como periodistatenemos una gran responsabilidad en nuestras manos, y es que lo queda escrito, lo que dicen los medios eso es lo que queda para la historia, y cuando desde los medios no se hace con ética, transparencia, con responsabilidad se queda escrito lo que no es y no ayudará a las futuras generaciones a conocer lo que le paso a sus generaciones anteriores”, recordó.
Ana María sigue recorriendo cada departamento de la Costa Caribe, para hacer pedagogía y preparar el ambiente para afianzar, apropiar y difundir el informe final de la Comisión de la Verdad que se dará a conocer al país el próximo 28 de julio.
Hoy, es unser que refleja serenidad, que lleva en su corazón una mochila cargada de experiencias maravillosas, mucho más completa como ciudadana, como profesional, como madre y como mujer. “Ya hoy entiendo y veo al otro igual a lo que yo soy, una persona que trabaja, que lucha, que quiere contribuir con la transformación del país”.
Las reflexiones no paran, es que no hay manera en una periodista que, como Ana María, muy seguramente regresara a la reportería marcada por nuevas experiencias para hacer un mejor periodismo, porque es el único vehículo, el único medio que tiene la ciudadanía para informarse bien.
“Nuestra labor como periodista debe ser muy ajustada, debemostener una pluralidad de voces, a no tener siempre una sola voz, recibir la información de todos los sectores siempre con beneficio de la duda y siempre usar esa primera lección de periodismo, la segunda y la terceracontrastar, verificar y tratar de incluir las voces para que esa verdad que se presente a través de los medios sea mucho más completa”, dijo de manera tranquila.
Ana María Ferrer sigue recorriendo la vida siempre de la mano de su familia, su esposo y sus hijos representan la tranquilidad necesaria para emprender nuevos retos.