Pasamos de las sequías a inundaciones cuando rondaba el fantasma de apagón, racionamientoy el encarecimiento por el precio de la energía generada por termoeléctricas. Las fuertes corrientes ribereñas del Cauca, reventaron el muro de contención o dique ‘Cara de Gato’ en La Mojana, afectando municipios de los departamentos, de Sucre, Bolívar y Córdoba. Por otro lado, también causa emergencia en los departamentos de Santander, Tolima, Caldas, Antioquia y Nariño.
Es causa de preocupación tener que pasar por otro apagón, como el que se vivió en el Gobierno de César Gaviria Trujillo, por término superior a un año, partiendo del año 1992, provocada por el fenómeno del ‘Niño’, donde tuvo que habilitarse e importar, plantas termoeléctricas, para garantizar el servicio a medias, en distribuciones de energías local y departamental, con suspensiones del servicios hasta de 16 horas por día de racionamiento justificado en las sequías de un angustioso verano, que descendió a su más bajo nivel el volumen de agua de las represas ubicadas en diferentes lugares del territorio nacional, quedando fuera del servicio de generación de energías en circunstancia similares a las que se aproximaba en el devenir, si los volumen de capacidad de agua no superaba el 27%, entre finales del mes de abril y el curso del mes de mayo.
A los cortes de energía le denominaban ‘La hora de Gaviria’, esto atormentó los ánimos y la paciencia de los residentes en el territorio nacional. También afectó la salud de muchas personas victimas del calor, llevando a algunos hasta la tumba por causas de infarto y de falta de oxígeno. Pero eso no fue todo, también puso a tambalear y quebró, industrias, comercios y una cantidad de prestaciones de servicios. Se dispararon los precios de la energía eléctrica, en valor superior al que se venía pagando, no obstante padecer de 100 hasta 200 horas mensuales de suspensión del servicio. Justificaban el incremento del precio de la energía en el alto costo de producción en las generadoras térmicas.
La Guajira, fue el territorio que tuvo la dicha de suministrar energías desde dos centros de operaciones de generación a cargo de Corelca, a través de ‘Termo Guajira’ y ‘Termo Ballena’ en los municipios, Dibulla, antes Riohacha y Manaure. A la vez fue el mayor proveedor de combustibles para suministrar a las plantas térmicas, no solo de La Guajira, sino de la Costa e interior, gas y carbón, en suficientes cantidades, con la mala suerte de tener que sufrir el rigor de una recompensa de mayor duración de suspensión de energía, excediendo más 8 horas diarias, a diferencia de los distritos capital de Colombia, con 4 horas de suspensión diarias.
Como no había la cantidad de plantas térmicas, para abastecer el servicio, se acudió a declarar el estado de emergencia e importación de plantas, unas adquiridas mediante compras y otras arrendadas, cuya comercialización o negocio terminó en escándalo de corrupción, de los que nunca faltan, en distintas formas y fondos de saqueos, robos y detrimentos, en transacciones infladas y de mala fe; avalado por el Gobierno de turno, aun cuando algunos terminaron judicializados, encarcelado y condenados; a diferencia de los que aprovecharon la emergencia del servicio para multiplicar riquezas, con negocios colaterales.
La luz era suspendida a cualquier hora del día, noche o madruga, modificando y alargando una hora, igualándola con Venezuela, que diferenciaban en esta. Terrible ese acontecimiento que dejó tristes recuerdos y muchas anécdotas de quienes vivimos esa odisea. Repetir los hechos no sería nada raro si se incurren en negligencia e indiferencia imperdonables. Debemos aprender de los golpes que nos dejan enseñanzas, iniciando con prevenciones y concluyendo con soluciones. Desde hace 15 años viene el furor de novedad de la energía alternativa (solar y eólica) y es muy poco, la acción política de los presidentes gobernantes para materializarla, con escasas e ínfimas inversiones.
Está en mora que se ejemplarice por el Gobierno, el uso de la energía alternativa, específicamente, paneles solares, para que se implementen de manera generalizada, en entidades e instituciones públicas del orden nacional, departamental, Distrital y municipal, alcaldías, gobernaciones, colegios, hospitales, Ejército, Policía, cárceles etc. De esa forma, pueden consumir desde un 30% a un ciento por ciento, de energía eléctrica, de acuerdo con la luminosidad territorial.
Las entidades públicas son las que más adeudan a los comercializadores de energía. De igual forma, deben suministrarle sin ningún costo dos o tres paneles solares, a las viviendas de estrato uno y dos, para evitar los robos de energías. Por último, subsidiar el estrato tres y habilitar líneas de créditos blandos, para adecuar sistema eléctrico alternativo, residencial y comercial, con energía solar, bajando de esta forma los costos de consumo, blindando garantías de estabilidad y confiabilidad, dejando a un lado el temor de un nuevo apagón y el alto precio de la energía tradicional.
Sería inconcebible llegar al extremo de repetir un nuevo episodio de apagón, por fenómeno del ‘Niño’ que, si no fue este año, por la gracia de Dios llegaron las lluvias y nos alejó el fantasma que nos rondaba, esto puede ser un preaviso para lo que viene, si a tiempo no nos prevenimos por negligencia y nos sorprenda durmiendo, sin razones que justifiquen. El presidente Gustavo Petro asume deudas de energía por valor superior a $5 billones de pesos, para aliviar las facturas mensuales de los usuarios residenciales.