No es descabellado pensar que cuando se tiene todo el poder económico y músculo financiero fuerte puedes hacer que una mentira repetida varias veces se convierta en verdad. Y a los que en desventaja económica intentan demostrar que esa mentira hecha verdad es una falacia, su lucha se hace casi invisible y hasta los mismos afectados se pasan al lado de opresor.
Recuerdo una frase expresada por el ya fallecido arzobispo sudafricano Desmond Tutu: “Cuando ante un hecho de persecución e insolidaridad tomas una posición neutral, acabas de pasarte al lado del opresor”.
Al regreso de nuestro receso santo, padres de familia, maestros y estudiantes de las escuelas públicas nos encontramos con la sorpresa que las escuelas estaban cerradas por orden de los rectores. Al indagar, todos incautos, se nos informó que el domingo antes en horas de tarde, los rectores agrupados en un sindicato disfrazado de asociación decidieron protestar ante el Gobierno departamental por la indolencia marcada de abandono en que tienen las escuelas públicas de los 12 municipios no certificados de La Guajira.
Decían ellos en su escueto comunicado posterior, que la Asamblea departamental no había dado facultades al señor gobernador para disponer y transferir recursos del Fondo de Mitigación de la Emergencia (Fome) a las instituciones de educación pública para vigilancia, nombramiento personal de aseo, compra de insumos y mejoramiento de infraestructura escolar.
Esta ha sido y seguramente, seguirá siendo la lucha de los maestros, que hoy olvidan los rectores que también lo son. Ellos siempre se han dedicado a perseguirnos, a estigmatizarnos, a acosarnos y sobretodo buscar la forma de sacar de la institución a ese docente que produce “incomodidad” porque lucha por el bienestar de todos.
Hoy los rectores abrieron tolda aparte, aplicando el principio romano, divide y vencerás. Dieron la espalda al único sindicato de trabajadores de la educación en La Guajira, Asodegua. Sindicato que siempre les ha extendido la mano de poder sindical y estos han sido renuentes y críticos. Hoy intentan mostrarse como los mesías de la educación que a mi juicio, fue un paro patronal pintado de objeto social. Es decir, le hicieron el favor al gobernador de turno, sin saber a cambio de qué, de presionar a la Duma departamental y así conseguir desembolsar los casi 4.000 mil millones de pesos, siendo girados a las escuelas el pasado 22 de abril, cerca de 600 millones de pesos. Después de esto, silencio sepulcral.
También critico el comunicado emitido por mi sindicato Asodegua, arropando la decisión inconsulta tomada por los rectores, porque sobrepasaron la máxima autoridad de los planteles educativos, el Consejo Directivo, al decidir suspender por cinco días las clases de los alumnos. Esa declaratoria genuflexa de directivos que no cumplen la función, por la que fueron elegidos, como maestros de Hamelin, encantaron con discursos incumplidos.
Es triste leer a quienes dicen defender a los de abajo, cargando y aplaudiendo a los de arriba. Magna equivocación. La dirección correcta es defender a quienes día a día defienden los intereses de la comunidad educativa. A quienes pedimos respuestas claras en inversión de recursos públicos. A quienes no se nos rinden cuentas públicas sin que Contraloría departamental medie y exija. Respaldar a un gremio que inició la división, dando paso al pensamiento de un tercer sindicato, es darle más poder a quienes aún odian el gobierno escolar como seno de la democracia participativa. No ha sido posible por parte de los directivos anteriores y, seguramente, de los actuales consigan erradicar de una vez por todas, el miedo escolar que infunden quienes hacen la representación legal de un centro educativo. “No se trata de dejar de ser perro, se trata de quitarse el collar”, hace 26 años me lo quité.