Apartes del libro ‘Villanueva’, el maestro de maestros Rafael Antonio Amaya Núñez y el Notario Único en la época (de Villanueva, El Molino, Urumita y la Jagua del Pilar) Manuel Fernández Frías, libro escrito en diciembre de 1945 y publicado en julio 26 de 1946; este libro tuvo el prólogo del Notario Único de Valledupar, Jaime Dangond Ovalle, hermano del exparlamentario, fundador del Colegio Nacional Roque de Alba y también educador, don Luis Beltrán Dangond Ovalle, y se convirtió en la primera monografía del Municipio. Villanueva tiene una edad cronológica de 462 años y una edad “apócrifa” de 362 años. ¡La verdad saldrá a relucir muy pronto!
Esta es la historia de la Sierra Negra, escrita por los eruditos Amaya Núñez y Fernández Frías en el año 1945: “Su historia, a consecuencia de la batalla de Tescua (Santander del Norte) en la cual Mosquera derrotó el 1º de abril de 1841 a los generales Carmona, Riascos, Agapito Labarcés, los derrotados que por acá llegaron oriundos de Las Playas y Convención, Señores Julián, Segundo, Narciso y Francisco Cárdenas, todos hermanos, Juan de Dios Pabón, hermano de los anteriores, Manuel Roldán, Botello, Falla y José María Felizola, en su afán de entregar sus fuertes muslos a la agricultura, se fueron a Cañaverales a donde don Manuel Ariza, a buscar trabajo, porque la fuerza de los santandereanos era su poderosa atracción, el cultivo del café y el mencionado señor Ariza era en estos contornos quien poseía un pequeño plantío de la valiosa hoja; de allí se dieron a la exploración de la cordillera andina en busca de lugares más apropiados para el cultivo de la planta salvadora y después de andar por las sierras de Barrancas, Fonseca y Cañaverales, siguieron a la de El Molino y luego a esta nuestra, que fue la que eligieron por considerarla más aparente a sus propósitos y en ella establecieron sus colonias, nombrando la región “Sierra Negra”, que era llamada Sierra de Perijá. Tomando como si dijéramos posesión de esas tierras andinas, eligió cada uno la porción que más se acomodara a su voluntad y empezaron la magna obra de nuestra libertad económica, arreglando las semillas del precioso grano…”
La Sierra Negra, también aparece citada en el libro de Elisée Reclus, edición de 1861, cuando el historiador francés visitó a Villanueva en 1855 y escribió su famoso libro “Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta”: “Una de estas localidades, Villanueva, a donde llegué dos días después de haber pasado la cresta de San Pablo, me llamó la atención, especialmente por su apariencia de prosperidad y su situación bella a maravilla… al este, la Sierra Negra, cadena relativamente baja y sin embargo más alta, extiende sus grandes valles cubiertos de bosques y despliega sus redondas cimas por sobre las del Cerro Pintao, que se destaca como una gran fortaleza rectangular, y proyecta sus bastiones alternativamente blancos y negros…”.
La Sierra Negra toma su nombre, entonces, de los señores que vinieron huyendo de la guerra de Santander del Norte. ¿Por qué este lugar mítico en la historia de Villanueva? Sin lugar a dudas, fue un sitio de “energía cósmica” que influyó en el desarrollo de este pueblo por más de cien años. Así como “Corral de Piedras” también fue un sitio cargado de energía cósmica y que unos europeos, “Los Daza”, la supieron interpretar, así también otro europeo “Musiú” Dangon (sin d), en compañía de los santandereanos que irrigaron sus apellidos en esta población, le sacaron todo el provecho y fue así cómo Villanueva se convirtió con “La Sierra Negra”, en centro agropecuario de primer orden, como la Cuna del Café. Toda la gente próspera de Villanueva en el siglo XIX y XX, poseían grandes propiedades en esta zona y lo más asombroso, la “Sierra Negra” era rica en “curas milagrosas” de su población: ¡esa era la energía cósmica!, o dicho de otra manera, un vórtice de energía, era lo allí existente; hasta que llegaron los jinetes del apocalipsis, “los marimberos” y acabaron con todo, para sembrar la hierba maldita y de un tajo, este poder energético se esfumó, y dieron al lastre con una gran zona de productividad y de prosperidad, después llegaron los otros jinetes, los de la subversión y terminaron de acabar con la Sierra Negra y su área de influencia.
Hoy, de eso nada queda, solo despojo de supervivencia, de un medio ambiente destruido, de una fauna y flora extinguida y de un miedo que acongoja el alma por todo lo que allí sucedió. ¿Por qué no rescatar la Sierra Negra? Podemos hacerlo, manos a la obra pues, pero primero debemos rescatar esa área geográfica que hoy pertenece al municipio de Urumita, sin embargo, los campesinos que explotan a media esta gran zona, todos son villanueveros y es la razón por la cual la administración de Urumita no invierte un peso en la Sierra Negra.
Los últimos tres diputados que tuvo Villanueva deberían de haber rescatado esta zona que fue punta de lanza del desarrollo del Municipio y cuna del café en Colombia. Bueno, pero no hay que llorar sobre la leche derramada y sí aprovechar que en julio, la Asamblea departamental en pleno va a sesionar en la tierra Cuna de Acordeones, para que los habitantes de la zona de Sierra Negra y otras veredas dejen sentado su interés para que vuelva a ser territorio villanuevero con base en que todos estos campesinos son del municipio en mención y a través de una iniciativa para que en una convocatoria pública, con una elección popular, dichos campesinos aprueben o desaprueben si quieren seguir perteneciendo a Urumita o por el contrario, que se les devuelva la Sierra Negra al municipio de Villanueva. ¡Manos a la obra pues!