Hace bastante tiempo vengo escuchando y leyendo a muchos estudiosos, expertos y amantes del folclor vallenato una propuesta que está relacionada con las fusiones, los cambios, y en general con las transformaciones naturales que se dan en las diversas actividades de la vida y que le ha tocado afrontar también a nuestra música por esta época. La propuesta consiste en que los compositores e intérpretes de los nuevos aires o ritmos nacientes le busquen nombre a lo que están haciendo y que no le sigan llamando vallenato.
De entrada, debo manifestar que si bien alguna vez yo mismo fui uno de quienes apoyó esa iniciativa; luego de analizarla con cabeza fría y ponderar sus posibles consecuencias, he llegado a la conclusión que sería lo peor que le pueda pasar a nuestra manifestación cultural, tal vez, más querida durante el último siglo. Paso a exponer las razones que me llevan a concluir lo anterior:
Si a los conocedores del vallenato nos preguntan si Carlos Vives es uno de nuestros mejores intérpretes, lo más seguro es que responderíamos que no, y la explicación que daríamos es que la música que éste artista interpreta no se ajusta a los cánones del vallenato que venimos defendiendo hace ya unos años contra viento y marea, y que, incluso, conseguimos que la Unesco lo declarara Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Si nos damos a la tarea de preguntarle a un europeo o a un latinoamericano que no sea muy conocedor sobre la música colombiana, quien es el artista más representativo de una expresión cultural de Colombia llamada vallenato, es muy probable que mencione a Carlos Vives.
Para nosotros los estudiosos y defensores de este folclor, esto puede parecernos en principio muy perjudicial, pero si lo analizamos con detenimiento, tal vez no lo es tanto. A raíz de la difusión en el exterior de la música de Vives, son muchos los interesados en conocer las raíces, el contexto geográfico, e incluso a los demás intérpretes de este género musical. Mejor dicho, se han interesado más por nuestro vallenato.
Ahora bien, los muchachos de la mal llamada nueva ola, tampoco cumplen con los parámetros para crear e interpretar el vallenato que queremos proteger, entonces lo fusionan, les hacen variaciones rítmicas a sus aires y todo lo que ello conlleva, y sus pares, los otros jóvenes quienes son su soporte, ya que son ellos quienes disfrutan su música, están felices y celebran lo que hacen los artistas de su generación.
¿Qué pasaría en unos 50 o 100 años si se le llega a cambiar el nombre a la música de hoy? Que ya escucharán muy poco el vallenato que pretendemos proteger hoy, y que el nombre con el que bauticen su nueva creación será tal vez el que más se escuche, por esas épocas; luego le cambiarán otra vez el nombre a los aires que nazcan por la fuerza de la evolución natural, y del vallenato no quedará para entonces, ni el nombre.
Colofón: He recibido con mucha alegría y satisfacción espiritual una comunicación suscrita por el presidente del Concejo Municipal de El Paso, Cesar, Fabio Miguel Blanco Melo, mediante la cual me informa que el día 30 de noviembre a las 5 de la tarde se realizará en esa honorable corporación edilicia una especie de homenaje o reconocimiento a mi labor y desempeño como ciudadano nativo de ese hermoso municipio. Les anuncio que orgulloso y Dios mediante, los estaré acompañando ese día.