Los que hemos contado con una buena memoria, solemos alimentar nuestro espíritu con frases, oraciones y cláusulas que son enseñanzas que hemos recibido durante el discurrir de nuestra existencia, muchas de estas expresiones son máximas, adagios, proverbios, aforismos, dictamen, sentencias y en fin, sabias enseñanzas.
Desde muy temprana edad aprendí a leer, a analizar un escrito, a interpretar su contenido.
Eminentes profesores me enseñaron a leer, recuerdo a Enrique Lallemand, Helión Pinedo, Nelson Ariza Benjumea, José Annicchiarico León, Luis Alejandro López y otros más que se pierden en la historia. La alegría de leer en sus cuatro libros de lectura, la Cartilla de Charri, la Historia Sagrada, las Sagradas Escrituras, el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la Constitución Política y tantos importantes textos más.
De estos libros de que venimos hablando encontramos máximas, proverbios, adagios, anécdotas, historias y sabias enseñanzas que con frecuencia recordamos.
En honor a don Enrique Lallemand, recordemos cuando dice “el Éufrates es un río que nace en las montañas de Armenia y desemboca en el Tigris, más abajo de donde fue Babilonia, la opulenta ciudad de los Jardines Colgantes, fundada por Nabukonodusor”.
Recordando a Laurenano Gómez, llamado el ‘Monstruo de la Oratoria’ en sus intervenciones en el Senado se recuerda cuando decía: “existía en Efeson una estatua dedicada a Diana, Herostrato hombre perverso, queriendo hacerse célebre ante la historia mandó a destruirla; así ustedes, los liberales, quieren destruir la Constitución de 1886”.
Al padre Joaquín de Choqueuanca se le atribuyen estas palabras dedicadas a Simón Bolívar; trata de completar su contenido: “Quiso Dios de salvajes formar un imperio, peco su raza y lanzó a Pizarro y después ha tenido piedad de América y os ha creado a vos, eres pues un hombre de un designio providencial”.
Dedicado al escritor Saúl Peñaranda Madera anoto esta anécdota de su ascendiente Juan de Dios Madera con ocasión a una imprudencia en un baile organizado, donde se debía ostentar una tarjeta de invitación. Cansado de tolerar la imprudencia de un bailador con relación a su pareja y dando órdenes expresas de callar la música, con tarjeta en manos, pues aquél no la tenía le arremetió verbalmente con tremendo insulto: “Mi madre fue una vaca de sabana que cualquier toro pudo haberla brincado; su madre, siendo una vaca de potrero, brincaba lienzos en busca de toros para que la brincaran”.
Si algún lector conoce más ampliamente esta anécdota, se agradece una mayor explicación. Con temas similares a estos nos agradaría nos aportara sus conocimientos y sugerencias.
Por último anotemos: “El que agravia escribe en polvo, el agraviado en la piedra; porque el que agravia se le olvida, y el agraviado se acuerda”.