Esta reunión que nos convoca el segundo velorio de nuestra wousho Carmen Elena Epiayú, recayendo la honra de ser su apash, jûluin Chino Flavio en el kasúsimana que fija a los Epiayú al territorio de Zanja Blanca del resguardo indígena Zahino.
Para los wayuú la muerte representa el paso de la vida terrenal a la vida espiritual es por eso la importancia que reviste los preparativos para ese viaje a cargo de sus familiares que terminará en jepira lugar sagrado, puerta de entrada a la eternidad.
Al segundo velorio asistieron muchos wayuú parientes cercanos y extensos, amigos próximos de toda la vida en son de ala’paja.
Hoy es una de las formas que tiene esta sociedad de no olvidar sus ancestros.
La otra cultura a la que no hay que ceder, también tiene sus formas y una de ellas es la genealogía, es la forma de traer al presente la historia del linaje de una familia, conocer hasta donde sea posible la ascendencia familiar de las personas, iniciando por la de uno mismo.
Para facilitar nuestra relación con la fuerza del sentimiento que está en el vínculo de la sangre con parientes cercanos y lejanos para hacer posible un estudio genealógico, lo que en sí mismo da fortaleza a la familia y amplía el radio de desempeño en la sociedad a la que se pertenece solo por el hecho de ser.
Si a las buenas relaciones entre las familias las vamos alimentando con historias de las personas que a los ojos de la cultura dominante las clasifica en “personas ejemplares que sobresalieron por alguna razón” nuestros ancestros no dejarán de serlo por etiquetas impuestas por los que escriben la historia oficial.
La memoria colectiva depositada en la relación familiar que a duras penas recordamos hasta el nombre de los abuelos o bisabuelos y no es costumbre ir más allá, bien sea por descuido propio y en algunos casos por prejuicios o como dicen ahora por vergüenza étnica, tal vez sin proponérselo, pero en su gran mayoría con una fuerza que nace de adentro de nuestra identidad con entusiasmo por conocer pasajes de la vida de nuestros ascendientes, de nuestros antepasados que en general han sido de lucha contra las injusticias y desigualdades que han existido siempre.
Hurgar en el pasado para reconocernos pero no para buscar abolengo como si lo busca la genealogía oficial cuyo fin es saberse descendientes de parientes con títulos nobiliarios.
Por todo esto saludo haber estado allí con la presencia de mis hijos wayuú y de los hijos de una nación que persiste en preservar sus valores en áreas donde no ha podido penetrar la colonización.
Los pensadores sociales de nuestra América nos ofrecen un principio, un mapa de acción para el ensamble de una nueva sociedad fundada en los cimientos de la imaginación creadora y levantarla desde nuestros orígenes, experiencia, historia y vidas.
Confrontar las fuerzas colonizadoras y empujarlas de fuera de nuestros cuerpo para dar paso al espíritu de la justicia, de la solidaridad, de lo humano. Colonizaron nuestras tierras y mentes, debemos sacarlos de allí.