Los partidos de izquierda en América Latina tienen como referente político el modelo post revolución de Cuba y, simpatizan con la dictadura de los Castro. Siguen el modelo económico socialista de Marx y Lenin y aspiran a tomarse el poder por vía de elecciones, porque saben que ya no triunfan revoluciones populares, para implantar el modelo socialista, concebido teóricamente como bueno pero fracasado en el mundo, utópico, basado en la propiedad del Estado sobre los medios de producción, en un Estado fuerte en lo económico, con el control de la economía, la producción y distribución de bienes; una sociedad justa donde, supuestamente, la riqueza estatal es comunitaria y el Estado asistencialista brinda lo necesario para que el pueblo tenga comida y satisfaga sus necesidades básicas con lo mínimo, todo ello para que no haya desigualdad de clases sociales. Muy bonito el cuento.
Pero la realidad es distinta, ocurre que a la cabeza de estos partidos están líderes que odian su condición de pobres, presentan la lucha por el poder como una confrontación de clases entre ricos y pobres, convierten al Estado en benefactor de limosnas para manipular al pueblo, castrando toda iniciativa privada para producir riqueza, en tanto ellos se lucran impunemente, no les importa violar derechos, cercenar libertades, censurar a la prensa, encarcelar a los opositores, matar, perseguir, desaparecer “enemigos” del régimen. Eso es hoy Cuba, Venezuela, Nicaragua y en alguna medida lo fue Bolivia con Evo, por suerte en buena hora Ecuador giró otra vez a la derecha del espectro político con Lasso.
Eso es lo que asusta del socialismo, los abusos de poder que cometen sus presidentes, por eso mucha gente prefiere la continuidad de lo que conoce, a los partidos tradicionales. En Venezuela quisieron cambiar y el remedio resultó peor que la enfermedad, allí están sumidos en una dictadura y empobrecidos económicamente, con una hiperinflación altísima, a pesar de ser el país con mayores reservas de petróleo, sin gasolina para tanquear, sin comida para comer, pobre Venezuela acabada por el socialismo, la que otrora fuera potencia mundial y símbolo de estatus económico y calidad de vida de su población.
Es una realidad que Chávez aprovechó en Venezuela el descrédito de los partidos Copey y Adeco y embaucó a ese pueblo con el cuento del Bolivarismo para meterlos después a la izquierda y convertir a la próspera Venezuela en ruinas con el modelo socialista. Maduro y toda su camarilla ha empeorado las cosas.
Yo no quiero ver a Colombia gobernada por una izquierda y un modelo socialista fracasado en el mundo, como modelo político, económico y social, con excepción de Rusia y la China que han aplicado el modelo capitalista a la producción de riqueza estatal, precisamente porque el socialismo los mantenía atrasados.
Me asusta pensar en esa posibilidad, pero no estamos lejos, ojo, en México después de décadas de gobierno continuo del PRI, nadie creía que ganaba la izquierda y llegó un populista izquierdoso como Amlo, actual presidente, ante la desesperanza de la gente que le comió cuento y quiso ver un cambio, bueno ahí está México estancado. El socialismo no genera progreso. Paso como en Venezuela, quisieron experimentar y ahí están las consecuencias, en dos años el crecimiento económico de México se detuvo bajo un gobierno de izquierda.
Aquí en Colombia no parecen distintas las cosas, puede pasar lo de México y Venezuela, se siente un aire de cambio a un año de la primera vuelta presidencial, las encuestas marcan como primera opción al candidato de la izquierda, y eso se debe a la desesperanza de un pueblo que ya no cree en los partidos, que ve como en medio de esta crisis económica por el covid 19 se van a gastar 4 mil millones de dólares en la compra de aviones de guerra, el gobierno contra el rechazo popular presenta una reforma tributaria que golpeará a la clase media y confiscará el patrimonio de la alta, la corrupción galopante a todos los niveles se roba los presupuestos, los bancos enriqueciéndose más y recibiendo beneficios del gobierno, promesas de campaña incumplidas que ya no serán posibles por falta de tiempo, como la reforma a la justicia y la reducción del congreso.
Es un campanazo de alerta, sino se corrige el rumbo vamos a darle la posibilidad a la izquierda de un triunfo, probable en la actual coyuntura. Las redes sociales han conseguido que la gente se informe y vea la realidad, ya es muy difícil engañar al ciudadano y la gente está tomando conciencia de la importancia del voto y de su poder en las elecciones, quiere cambios; la gente quiere castigar a los congresistas por los privilegios que tienen y porque las reformas que se hacen no benefician a la mayoría de la sociedad sino a unos pocos. Hay un inconformismo generalizado, por eso nos puede pasar que el gobierno lo gane la izquierda. Ojalá me equivoque, por el bien de Colombia.