”Las luces en Navidad son más bonitas, son como la bendición de una mamá. A mí siempre me acompaña una estrellita, me cubre contra la envidia y la maldad”.
En el año 1994, año maravilloso para la música vallenata, ‘Poncho’ y Emiliano pusieron a disposición su segunda producción musical en la misma anualidad, la cual titularon ‘Hermanos Zuleta /95’. En ese álbum con Indira, y otros éxitos, vino la canción titulada ‘A mamá’, de la autoría del epónimo hijo de Barrancas, Félix Carrillo Hinojosa, a la cual corresponde el aparte preliminar transcrito, es de esas canciones que no solo erizan la piel al escucharla, sino que arrugan el corazón.
Nos encontramos ya bien avanzada la Novena que nos coloca ante la primacía de la realidad del día cumbre para recordar el nacimiento del Mesías, el día que las familias que tienen a Dios en el corazón y vivo en su alma el espíritu de la Navidad; se encuentran para compartir, para recordar, para reencontrarse bajo la sombra tutelar del arbolito que a través de los años permanece incólume e insustituible como el más importante símbolo de esta temporada de paz y bien.
En este tiempo tan distinto al de mi niñez con la pata pelá y las grandes lunas en mi pueblo, cuando está de moda el café sin cafeína, la leche sin lactosa, la cerveza sin alcohol y la Navidad sin espíritu navideño, lo citadino ha sustituido en grado sumo el sentimiento de espontaneidad y de confraternidad colectiva que cubría bajo su manto a nuestros pueblos, ya nadie va al monte a buscar el arbolito veraniego que era abundante en los al rededores del camino de Songó, ahora vienen listos para armar donde poco tienen que aportar las habilidades manuales y la genialidad de las personas, son mas suntuosos, costosos, cachetosos y muchos más ‘osos’, pero no son más hermosos que aquellos que se hacían con las uñas, con palitos forrados con algodón y engrudo, su olor era peculiar, y la goma en los dedos era resbaloso, lo único que se le guindaba eran las bolas de murano y las tarjetas que llegaban deseándonos a todos “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”.
Los muchachos de mi generación conocimos tarde la televisión, pero aprendimos temprano a santificar las fiestas, los valores de la amistad, la honradez y la solidaridad, era inevitable nuestra inocencia supina, por eso cada día permanecíamos durante horas mirando el cielo estrellado a la espera de que los tres luceros que allí estaban que eran los tres Reyes Magos se movieran en su camino a conocer al Niño Dios recién nacido, muy grandecitos supimos cómo se las ingeniaba él para traernos con la ayuda de Papá Noel los regalos entrando a nuestra casa subrepticiamente por la tiranta de donde se guindaban los murciélagos para chillar y trasnocharnos durante la noche, eso cambió para mal, ya no hay inocentes, situación que tiene su agravante, porque algunas personas amparadas en su acomodada interpretación de Sagradas Escrituras tienen el abuso de decirles a muy temprana edad a los hijos ajenos que sus padres son mentirosos, que el “Niño Dios” no existe, y que los juguetes que llegan para ellos en Navidad son inventados por el diablo.
Hasta la programación radial ha cambiado, hay estaciones que durante las fiestas de Navidad y Año nuevo, en lugar de canciones de Navidad. que las hay como arroz partido, más viejas que nuevas, parece que lo hicieran a propósito, bombardean a sus oyentes con la misma vaina que le han estado embutiendo durante el resto del año, haciéndolos ver descontextualizados, es un día de recordaciones, de añoranzas, de estremecimiento por las sensibles ausencias, y no la fecha para que a uno le estén restregando en la mente todas las cosas malas que se han escuchado en el año que se despide, seguramente muchos pensaran distinto de mí y dirán que soy ‘chapado a la antigua’ corroncho, javao, mitio o como me quieran llamar, pero sé que algún día me darán la razón, en las fechas del 7, 24, 25 y 31 de diciembre las familias que tienen motivos para la alegría porque a nadie que les duela han perdido, encenderán sus equipos de sonido, los picó, las radiolas, el parlante o lo que sea para compartir, beber y comer con los suyos, y no es de mejor recibo colocarles allí a todo volumen ‘Me vale ver…’, que si suena Diomedes con el ‘Mensaje de Navidad’ de Rosendo Romero, no es igual la reacción de los presentes si les colocan cualquier champeta con acordeón o si les colocan ‘Navidad’ de Aníbal Velásquez, es un tema que merece una seria discusión.
Durante estos días nos hacen mucha falta nuestros padres, hermanos y en general todos los familiares que ya han partido, son días de contrastes emocionales entre la brisa enternecedora, y los latigazos de los recuerdos, son días de Sol caliente, y noches heladas que me hacen añorar la calientica falda de mi vieja, es un periodo de tiempo evocador, y cuando los vacíos de las sentidas ausencias, la sensación de soledad porque a los viejos no podemos abrazar se hacen mas ostensibles, sucede reiteradamente, que nuestra boca queda seca y se humedecen los ojos al escuchar a los amigos que pasarán la Noche de Navidad con su madre y con su padre, que los hermanos todos se encontrarán, que la Noche de Paz recibirán la bendición, mientras yo me tengo que conformar, permitiendo que mi imaginación rememore aquellos días cuando era el nene de la casa, el pechichado rey de su madre, eso me reconforta, pero no me consuela, siempre me abruma de sentimiento, pensar que mi vieja merecía más, pero no hubo tiempo, nací muy tarde.
Cuánta falta nos hacen los que han partido en su viaje sin retorno, el que se va definitivamente, va mejor que el que se queda.
“Navidad será que se han ido hasta el cielo, Navidad, quisiera abrazarlos de nuevo, Navidad quisiera abrazar a mis viejos, ¿dónde están, será que se han ido hasta el cielo? Canción: ‘Vientos de Navidad’, de Wilfran Castillo.