En nuestra guajira, ya ocurrió, quizá con el desconocimiento de muchos lo vivido en el medio antiqueño. Pero aquí seguimos, pero no despertamos. Siento que el pueblo intenta despertarse pero unos pocos no dejan, juegan con nuestras necesidades, ideales y nos corrompe el maldito dinero que actúa como catarsis pasajera que hace olvidar nuestras rabias y padecimientos.
Los maestros nos preparamos para salir a la calle a decirle al pueblo, que aquí estamos y seguimos luchando por una educación pública gratuita, de calidad y financiada desde el preescolar hasta la universidad por el Estado. Por un servicio médico eficiente, oportuno y en condiciones mínima para los maestros y maestras juntos a su familias en todo el territorio de Colombia. Por una verdadera alimentación escolar y no migajas escolares como la que reciben unos cuantos estudiantes hoy en cada una de nuestras instituciones escolares.
Pero, ¿por qué los maestros? ¿Por qué la sociedad civil y los padres de familia no se unen a estas convocatorias? ¿será que no les duele como el Gobierno nacional cada día invierte menos en la educación de sus hijo? ¿será que nos acostumbraron a recibir solo migajas? Pues, los maestros estamos decididos a cambiar esa mentalidad. Nos merecemos más. Nuestros niños, el futuro de Colombia, merecen recibir una educación integral, con sello de calidad, que le compita a la educación privada. Pero para ello tenemos que presionar para que los gobernadores, alcalde, diputados y concejales nos ayuden a presionar la creación de un nuevo mecanismo de financiación educativa. El moribundo Sistema General de Participaciones (SGP) ya expiró y los maestros lo hemos denunciado. El SGP solo sirvió para desfinanciar el modelo educativo público de Colombia, en vez de aumentar su presupuesto año a año, le quitaba recursos.
Por eso, los estudiantes de las universidades públicas de Colombia estuvieron en paro, protestando porque sus universidades que por más de 50 años de construcción se están cayendo a pedazos, los docentes nombrados en propiedad son ínfimos, por cada diez docentes de una universidad, 6 son contratados temporalmente. Pero después de afugías y luchas y ser tildados de izquierdistas y guerrilleros los jóvenes probaron que con la lucha en las calles se consiguen, lo que en los escritorios y despachos del gobierno de Duque no asigna.
Para quienes tachan las luchas, paros, protestas, asambleas y convocatorias sindicales de Fecode y Asodegua, les decimos que miren la historia, lean sobre la marcha del hambre de los maestros, ¿cuáles fueron sus frutos?, ¿qué se consiguió? y ¿por qué se tuvo que llegar a este mecanismo de protesta? ¿valió o no la pena? Le recuerdo a mi lector, que allí nació el estatuto docente 2277 para dignificar la profesión docente y el Situado Fiscal para financiar la educación pública que fue quitada por la mermelada parlamentaria del 2001 donde estuvo, desafortunadamente, la cuota guajira.
No más migajas, queremos la torta escolar completa con todos sus ingredientes: robusto presupuesto, infraestructura escolar, transporte y alimentación digna para nuestros niños y niñas colombianas.