Hoy a las 8 de la noche en el espacio cultural independiente de ‘La Tertulia Riohacha La Guajira’ compartiremos los avances de la investigación que venimos adelantando desde 1976.
En una perspectiva de música y sociedad el trabajo realiza a partir de 1860 una recuperación crítica de la creación del diverso repertorio musical del sur de La Guajira y el norte del Cesar y su devolución sistemática como memoria musical colectiva del Caribe oriental colombiano. Se documenta la hipótesis de la amplia diversidad rítmica, melódica e instrumental de todo ese espacio construido musicalmente no reductible a los cinco aires del género vallenato y se identifica la circulación y apropiación de la centenaria influencia del Instituto de Música de Cartagena y su resignificación en el sonoro territorio provinciano.
Es incontrovertible que lo facturado como producto musical “vallenato” se ha posicionado en lo regional, circula y ha colonizado el mercado nacional y segmentos internacionales.
Sin embargo, la revisión hasta donde es posible del estado del arte de lo que se denomina folklor y cultura musical “vallenata” es problemático en cuanto sus raíces (tríada del mestizaje: indígena, blanco y negro con la guacharaca, acordeón y caja); marca o sello de originalidad; la creación autóctona; el etnocentrismo musical; el fundamentalismo instrumental, rítmico, melódico y de mensaje; hegemonismo y apología de las clases dominantes.
En cuanto al método de quienes han escrito sobre el tema es difuso y confuso por cuanto acusan un complejo adánico, el uso del argumento de autoridad per se, la ideologización del proceso de investigación y una posición neocolonizadora con relación al sincretismo y fusión cultural, las tensiones de la heterogeneidad-homogeneidad cultural y la multiculturalidad e interculturalidad.
En cualquier perspectiva lo evidente es que la circulación de las raíces de vallenato a partir de los años 50 es la historia de apropiación y transformación de una música provinciana cooptada por las élites regionales y el capitalismo nacional en un mercado transnacional.
Desde 1977, hace 43 y, en plena bonanza de la marimba, formalmente partimos de preguntarnos: ¿Cuál era el enfoque y el método más apropiado para abordar el fenómeno de la música que ya registraba el progresivo perfilamiento de un gentilicio a un género de cuatro ritmos, con base instrumental triétnico, un mensaje en transición de gestas bucólicas a contenidos urbanos y al servicio en buena parte de mecenas emergentes?
En desarrollo del trabajo de campo, recuperamos más de 100 canciones en el transcurrir de 150 años del territorio sonoro del Caribe oriental colombiano. La primera de 1860 (El amor amor) y las canciones onomatopoyéticas guajiras creadas en la década de los ochentas por el maestro Raúl Mojica Mesa, quien fue estudiante en 1949 de la Escuela Superior de Bellas Artes de Cartagena de Indias (Unibac). Más del 90% de las composiciones recatadas fueron escritas en partituras por Ismael Enrique Fernández Rodríguez, hijo mayor del maestro Manuel José Fernández Frías, egresado en 1911 del Instituto de Música de Cartagena de Indias y organizador de 11 bandas de música de vientos con dirección central en la provincia caribeña del Magdalena grande.
En el contexto de la memoria colectiva sonora también se aborda el significado y real alcance del Plan de Salvaguarda del Ministerio de Cultura y la Declaratoria de la Unesco del vallenato como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. Este mecanismo de protección demanda crear espacios que tengan como propósito fomentar la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones sobre la cultura vallenata, que hoy consideran que está en riesgo, así como promover la investigación de los nuevos movimientos que surgen dentro de esta misma expresión musical.
El contacto para participar hoy en ‘La Tertulia’ es: https://meet.google.com/qeh-vyyn-hrg o https://web.facebook.com/tertulia.riohacha.3