Uno quisiera que lo que el viento se llevó por el tiempo de tantas cosas vividas, se devolviera para poder encontrarnos con las cosas gratas que nos hicieron felices en los momentos más sublimes de nuestras vidas. Es cuando a uno se le arremolinan tantos recuerdos de esos tiempos pasados y llegan las nostalgias de toda esa historia de la juventud, en especial de la que vivieron nuestros seres queridos.
El barrio El Hormigueral fue testigo de esa juventud en que vivieron tantas personas buenas que con lucha y esfuerzo lograron sacar adelante a sus familias.
María Gertrudis Oñate Puche y mi madre Carmen María Bracho Arias tuvieron vidas paralelas en lo que fue su devenir en el mundo terrenal. María Gertrudis y mi madre fueron luchadoras y forjadoras, con sueños y metas que lograron conquistar en la medida de sus capacidades. A través de mi madre que me contaba sus cuitas de su juventud, siempre mencionaba a sus amigas del alma en el barrio donde nació y se crió: El Hormigueral.
Una de ellas era María Gertrudis Oñate Puche, la hija de Rafael Oñate y Julia Puche. Pero ella también mencionaba a sus otras amigas que algunas ya se han ido y otras están presentes en este mundo lleno de maravillas y también de frustraciones como Julia Puche, Julia Oñate su otra amiga del alma, Olga y Elina Rumbo, Juliana Bracho, María Carrillo y cada vez que las mencionaba una sonrisa y una lagrima corría por sus mejillas de esa alma buena que fue mi mamá.
María Gertrudis murió el pasado domingo 13 de enero, en sana paz con Dios. Cada vez que pasaba por su casa y la saludaba, me sonreía con esa dulzura que salía de su corazón bueno y generoso. Ella, como mi madre, tuvieron un solo amor y ambas tuvieron tres hijos, a los que educaron con esmero y rectitud moral. Ellas se fueron a Venezuela, cuando el bolívar era fuerte, a trabajar para darles una buena educación a sus hijos y lo lograron. Mi madre se fue a los 86 años y su amiga María Gertrudis se fue a los 88. Me imagino que ya mi madre tuvo su encuentro celestial con su amiga del alma y las risotadas de sus recuerdos de juventud se escuchan en el seno de Abraham donde de seguro están muy felices.
El martes 22 de enero fue su novenario. La iglesia Santo Tomás estaba full de todas las personas que la quisieron, admiraron y que le tuvieron cariño. Allí estaban con el mismo dolor y tristeza por la partida de su madre sus tres hijos: Caridad, Esperanza y mi compadre José Cortés Oñate. Sus hermanos José y Hugo Oñate Puche, quien fuera alcalde de este municipio. Pero allí estaba también al único hombre que amó y quien es el padre de sus tres hijos: ‘Checha’ Cortés y su hija Betty en solidaridad con sus hijos y hermanos. Un cuadro hermoso de que los buenos sentimientos afloran por encima de cualquier vanidad.
Allí en la iglesia estaban también la gente de su barrio El Cafetal, son muy solidarios, especialmente en los momentos de dolor y tristeza.
Como está escrito en el libro de Ezequiel “generaciones van y generaciones vienen”, es la realidad de la vida y que debemos aceptar por mucho que nos duela la partida de nuestros seres queridos. El tiempo que se va no regresa, pero muchas veces quisiéramos que lo que el viento se llevó, regresara para mirar más la vida con sentido de grandeza. María Gertrudis la amiga de mamá se nos fue pero quedan los bellos recuerdos de su grandeza como mujer, hija y madre. Dios la recibe llena de alborozo en el seno de Abraham.