El departamento de La Guajira no logra ganar posicionamiento competitivo para mejorar calificaciones de resultados globales, que se miden con diferentes factores y estándares implementados en distintas operaciones, en especial las económicas.
La competitividad no es mágica ni está sujeta al azar, es acción y tarea por la estabilidad y competencia de liderazgo que requieren de planes y programas, complementada con ofertas y promociones, previa implementación de infraestructura de servicios domiciliarios y transportes.
El Departamento ha tenido obstrucciones y carencia de apoyo nacional para lograr desarrollo y progreso. Poco o nada han gestionado nuestros representantes y mandatarios departamentales y locales, para comprometer y exigir derechos que nos corresponden en condición de colombianos de manera compensativas, por riquezas extraídas del territorio peninsular. La Guajira solo puede competir con los territorios indígenas abandonados e inhóspitos como Vaupés, Guainía, Chocó, Amazona, Vichada y Putumayo, que ocupan los últimos lugares en la escala de calificación en el territorio nacional.
Todos los años nos repiten el mismo resultado descalificativos, pero no se ha podido mejorar ¿Por qué? Le dejo el interrogante para que opinen. Deficiente en gestiones fiscales, infraestructuras de vías y transportes, salud, aguas y telecomunicaciones. No es de calidad la educación en diversos niveles, desde primaria hasta universitaria. Se carece de fuente de trabajo, medios de producción y dinámica empresarial. No podemos seguir en condiciones deprimentes, obteniendo calificaciones por debajo de 4 sobre 10, resignados al conformismo. A todos nos asiste responsabilidad participativa, colaborativa y contributiva para iniciar a escalar por el subdesarrollo, pero es necesario que nos apersonemos en mejorar, ubicándonos en posición estratégica de competitividad a nivel superficie y a la altura de los demás. Si aceptamos pasiva y lánguidamente que somos mediocres, que no nos inmutamos por superar las debilidades e incapacidades ni despertamos del letargo que pasma y arruma, seguiremos rezagados, desganados y abandonados a la desgracia.
No podemos seguir en parsimonia llevando del bulto sin que se proyecten en planes de desarrollos con compromisos en el presupuesto nacional, ejerciendo acciones positivas tendientes a cumplir condiciones y requisitos para comenzar a subir y escalar calificaciones en competitividad.
Todo tiene precio o valor y nada es imposible de materializarlo si lo queremos y luchamos con voluntad y fe en Dios para lograrlo, aun cuando no sea fácil. Debemos darle más importancia a los que nos atañen en situaciones geopolíticas y económicas que a los partidos y rivalidad política.
No podemos seguir divididos ni fraccionados detrás de partidos políticos que de nada bueno le han servido a La Guajira. Solo aprovechan pescar en río revuelto.
Debemos reflexionar sobre lo que se ha hecho o estamos haciendo por La Guajira. ¿Qué aportes han hecho los partidos y congresistas que recibieron votos sufragados al departamento peninsular? Responderían que fueron votos comprados y nada que reclamar.
De seguir feriando en compraventas de votos, en mercantilismo politiquero con prácticas de corrupción, sobreponiendo intereses personales por sobre el bienestar territorial que representa, no levantaremos cabeza al preferir por conveniencia, beneficios retribuirles con tapabocas y lavados de manos silenciándolos.