La cultura es la fuerza motriz del desarrollo, no solo para el crecimiento económico, sino como una oportunidad para forjar un entorno de bienestar y calidad de vida en la población con sentido mucho más progresista. Muchos expertos consideran que la cultura tiene el poder de generar cohesión social e identidad, e incentivar la participación ciudadana.
Igualmente, la cultura tiene el poder de ofrecer un amplio abanico de posibilidades y capacidades para impulsar la transformación integral de nuestra sociedad. Porque para nadie es un secreto que es mediante la tradición oral de generación en generación que los pueblos de todo el mundo transmiten sus conocimientos ancestrales, su cosmovisión, sus sentimientos y sus expectativas. Pero hoy, la cultura de los antivalores, el dinero fácil y la ambición desmedida por el dinero y el poder viene haciendo carrera en nuestros pueblos de la provincia y esto contrasta con el desarrollo y el progreso.
Existe un canibalismo en nuestra sociedad donde se han perdido los buenos valores y se ha caído tan bajo que poco o nada importa la dignidad de las personas, si se interponen en medio de los intereses particulares. Hay quienes se sientan en sillas de escarnecedores a comerse al prójimo y como francotiradores arremeten contra ciudadanos realmente útiles a la sociedad y a la patria.
Esta sociedad materialista y de consumo, donde todo vale, mantiene enceguecida a una parte de la población que se olvida que lo más importante sobre la faz de la tierra es la gente. Por eso, consideramos que los líderes de opinión, los intelectuales y los que lideran el rigor académico y científico no deben renunciar a su responsabilidad misional de seguir orientando a la sociedad por sendas de cultura y progreso.
Hoy se observa a una sociedad descarriada rumbo al despeñadero y a dar un salto al vacío porque vivimos en una sociedad enferma que camina detrás de la moda, el consumo, la fama, el dinero, el poder y los deslumbra el facilismo, olvidando que cada día es un nuevo amanecer, más hermoso que el ayer y lleno de esperanzas.
Hoy hace carrera la envidia y se trata por todos los medios de apartar al otro del camino, solo porque no se soporta verlo brillar con la obra de sus manos y sus talentos y se intenta apagar la luz de su brillo. Pero lo que más preocupa a la sociedad, es que nuestros pueblos necesitan una transformación integral desde la perspectiva de su visión del desarrollo y hoy una parte de la opinión se debate en una encrucijada del alma cuando ve el despelote social que se observa desde los balcones.
Procurar que cada cosa vuelva a su sitio no es fácil pero debe intentarse. Por eso debemos seguir impulsando la cultura de los valores, la cultura ciudadana y la cultura de la participación para ser más útil que importantes a la sociedad, porque hoy todos quieren ser protagonistas, y a veces, solo hay escenarios de participación.
La cultura del pueblo es muy importante para la toma de decisiones que luego marcarán nuestras vidas para siempre. Por eso, pienso que las decisiones trascendentales para nuestro pueblo deben ir acompañadas de un acervo cultural importante y no obnubilados por la confrontación de intereses, el odio, la envidia y la polarización.
La pista de aterrizaje de los antivalores, los odios, los rencores y las confrontaciones no pueden ser el interés general de todo un pueblo. En pueblos de regiones como La Guajira que vive estigmatizada frente a la opinión nacional hay que prepararse para apostarle al desarrollo social y económico de nuestro pueblo en la era de la globalización y los avances tecnológicos con mucha conciencia ciudadana en defensa de nuestra cultura y su desarrollo.
Da mucha vergüenza que a nivel nacional sean muy recurrentes hechos que denotan falta de unidad, armonía y entendimiento interno. Entendemos perfectamente que la vida es una confrontación de intereses, pero el interés colectivo debe ser sagrado y en una sociedad que está en la zaga del desarrollo hay que invertir muchos esfuerzos y recursos en la sociedad del conocimiento y la cultura para avanzar y progresar.
Por esos criterios hago esta exhortación desde esta tribuna de opinión para que no se desligue la cultura del desarrollo, sobre todo, en La Guajira, donde contamos con la cultura milenaria wayuú, que está amenazada y en riesgo y la exponemos a que vaya en vía de extinción.