“Cual acusado que sentado en un banquillo esperanzado que espera ansioso la libertad o la sentencia, de igual manera está sucediendo conmigo, no sé si salga o sigo en mi penitencia”.
Para iniciar transcribimos un aparte de la canción titulada ‘Patillalera de cepa’ de la autoría de Edilberto Daza, epónimo ‘Hijo de Patillal’ que incluyeron en el LP ‘Rosa jardinera’ en 1974, Jorge Oñate con Los Hermanos López; su letra me recuerda el tema que ocupa nuestra atención.
El almanaque que cada año guindo en un clavo en mi casa nos anuncia que está por concluir la temporada de Cuaresma y que la Semana Mayor está a la vuelta de la esquina, nos sorprende en un momento especialmente peligroso para la institucionalidad agobiada por tantas tribulaciones, mientras el mundo se estremece y como dijo Diomedes en la canción ‘Sin saber que nos espera’, es este un tiempo de gran connotación para los cristianos del mundo, días especiales de ayuno, penitencias de reflexión y de guardar para recordar los cuarenta días de ayuno de Jesús cuando estuvo en el desierto, he escuchado a los sacerdotes decir que es momento propicio para la preparación, la purificación, la reflexión y la conversión espiritual de los seres humanos con la esperanza que Jesús ahora que se encuentra en su Santo Reino nos proteja de tantas cosas malas que están sucediendo y las que sobrevendrá si no enderezamos el camino al abismo que hemos emprendido mientras nos damos golpes de pecho como afiebrados fariseos tratando de ocultar nuestros inocultables pecados.
Mientras intentábamos encontrar el nido de unas abejas africanizadas que nos están merodeando en un pedacito de tierra que tengo – tan chiquito que si guindo una hamaca de un lado- tengo que pedir permiso al vecino para guindar del otro lado-, un gallo javao que feliz escarba rodeado de las pollas que habrá de pisar acaba de cantar, eso me recordó la Semana Santa de mis dichosos años cuando mis viejos sacrificaban su propia felicidad para que fuera feliz el ‘Nene’ de la casa, recordé los días santos porque mi vieja decía que el gallo estuvo presente no solo en las santas escrituras sino en la mente de Jesús de Nazareth, de este misterioso e importante animal se ocupa la historia sagrada, recordaba mamá que ellos durante la Navidad, y ‘en los días santos’ cantaban a cualquier hora; parece que los rastrojos también supieran que se conmemorara muy pronto el injusto sacrificio del Hijo de Dios que entregó su vida a la injusticia para salvarnos a nosotros, el olor es embriagador de recuerdos, los pájaros vuelan cantando de un lado a otro en busca de agua y picando los mangos que atropellados por el verano se resisten a caer, y los monos asiduos visitantes de mis predios hacen de las suyas comiendo y tirándonos las pepas, los bruscos secos y la brisa, brisita tenue que viene del nordeste, mueve con delicadas descargas las palmeras de cera uniéndose la naturaleza plenamente a esa sensación de emociones encontradas, porque nos reencontraremos con nuestra gente y serán notorias las perennes ausencias.
Son los de Cuaresma y Semana Santa días diferentes, y no es para menos, porque nos aprestamos a recibir con gozo y con gran respeto, la semana en la cual las familias en recogimiento, recuerdan el sacrificio al que fue sometido el hijo de María y José, víctima de la conspiración ciega azuzada por los celos y la envidia, como suele suceder durante estos tiempos porque todavía los profetas no son bien vistos en su propia tierra, en su lugar son exaltados como héroes los Pilatos y liberados de toda culpa los Barrabás, todo con sistemática violación del Debido Proceso, piedra angular del derecho de defensa que tiene todo ser humano
En crónica que compartimos por redes llamamos la atención respecto de las pasiones y el odio cuando ellos se toman la mente de quienes tienen la honrosa responsabilidad de impartir justicia, en esos casos se confunde la Operación Judicial con el Linchamiento moral, con Jesús, es la prueba inequívoca del peligroso coctel, cuando en el trámite de cualquier proceso se involucran las pasiones, lo religioso y lo jurídico, no lo dude que quien caiga allí, no será parte en el proceso, sino una víctima, tiene más garantías un corcho en un remolino, eso sucedió con Jesús de Nazareth y con el almirante José Prudencio Padilla, para condenarlos a morir se violaron todos los principios rectores del Derecho Penal, las preceptivas constitucionales consuetudinarias de cada uno de sus tiempos, y en el caso de Jesús, las normas imperativas del Derecho Hebreo, en su caso coincidieron esos tres elementos que impedían que de allí saliera con vida, realmente se enfrentó a un juicio político, de connotaciones religiosas, quienes tenían que tomar las decisiones veían en su presencia terrenal un peligro para sus intereses, el Sanedrín armó la tramoya, la última decisión le correspondió entonces a Poncio Pilatos, de quien se ha sabido que le temblaron la muñeca y la faldita, en tales condiciones Jesús no tenía salvación, allí quedó marcada su ruta ignominiosa hasta el monte de La Calavera, y duele reconocer que la historia se repite una y otra vez, en este mundo de gente buena que silenciosa aplaude a veces y otras guarda cómplice silencio ante las punitivas actuaciones de quienes se autoproclaman sus líderes pero que no sienten temor de Dios. Gracias a Dios no hay crimen perfecto.
Los guajiros tenemos que reflexionar, estamos a tiempo de enderezar el rumbo, se deben rescatar los valores, las buenas costumbres tienen que prevalecer sobre el amor al dinero y la prisa por enriquecerse de cualquier manera, el futuro está en nuestras manos, la gente honrada es mayoría toca persistir en nuestra cruzada para que honestidad, el respeto y la solidaridad lleguen para quedarse en el corazón colectivo, si no abrimos los ojos ya, la Semana de Pasión previa a su Crucifixión para La Guajira está cantada, yo sé por qué lo digo.
Compartimos con nuestros lectores el aparte pertinente de aquella providencia por la cual se cometió el primer prevaricato en la historia de la humanidad, la cual conocí por la juiciosa investigación que hizo el historiador Juan José Díaz Guevara, dice así:
«el Sanedrín de Israel reunido legalmente a la sombra del santuario, para entender la causa de Jesús de Nazareth, acusado de blasfemo y hacerse hijo del altísimo, después de haber invocado la asistencia del eterno justiciero, fuera del cual es imposible obrar en justicia y proceder rectamente, condena por 65 votos contra 6, a muerte ignominiosa de cruz, a Jesús de Nazareth, a cuyo fin se pondrá desde luego en poder del pretor de Roma, que es Poncio Pilato, para que después de haber revisado la causa, según el derecho y las leyes del imperio, mande aplicarle el castigo que el tribunal del pueblo escogido, inspirado por Jehová, ha tenido a bien imponerle, en justo castigo de sus blasfemias y de sus trastornadoras imposturas».
«Perezca la memoria del blasfemo y los hijos estériles de su linaje y parentela, maldigan a sus padres en su vejez, para que Dios borre su raza y su memoria de la faz de la tierra».
«Amén, amén».