En desarrollo del paro nacional desde el 28 de abril hasta julio del presente años quienes más participaron fueron los jóvenes al punto que fueron los que crearon las primeras líneas para la protesta social a fin de conseguir solución a diez peticiones no respondidas que luego se volvieron proyectos de leyes radicados el 20 de julio en el Congreso Nacional.
En el departamento de La Guajira y sus quince municipios se realizaron algunas marchas, especialmente del sector universitario, reclamando el cumplimiento del pliego de peticiones del Comité Nacional del Paro.
Según información oficial, en todo Colombia se realizaron más de trece mil eventos de movilizaciones en el marco del paro. Sin embargo, no hay registro de huelga de hambre como forma de protesta social en ese período de tanta agitación nacional y territorial. El único caso conocido fue el que adelantaron un grupo de jóvenes de La Guajira a partir del primero de julio, aniversario de la creación del departamento peninsular.
En esa oportunidad, los huelguistas demandaban, además de las del Comité Nacional del Paro, las exigencias siempre pospuestas para buena parte del pueblo guajiro.
Ante el silencio y la indiferencia del gobierno local; al final, la respuesta del Gobierno nacional fue enviar al viceministro de Gobierno, Carlos Baena, sin ninguna capacidad de decisión y crear inicialmente una mesa de trabajo de salud, educación, agua potable, entre otras. Luego se ampliaron mesas de agricultura, territorio, medio ambiente; minero energética; de ciencia y tecnología; cultura; étnica; mujer y género; así como deportes y juventud.
La primera mesa de diálogo se realizaría el 27 de julio y corresponde al tema de la Sentencia T-302 de 2017 de la Corte Constitucional que declara el estado de cosas inconstitucional para proteger los derechos fundamentales de la población indígena wayuú, principalmente de la niñez.
Ante el congelamiento de los diálogos, este grupo de jóvenes guajiros retomó la huelga de hambre que ya habían iniciado en el mes de julio, afirmando que no hubo interlocutores con poder de decisión, por parte del Gobierno nacional y territorial en las mesas de trabajo que se instalaron.
Los seis jóvenes que se encuentran elevando su voz de protesta nuevamente desde el pasado 20 de septiembre, se trasladaron a la Plaza Simón Bolívar de Bogotá, donde esperan ser escuchados por el Gobierno nacional con la consigna “huelga de hambre por una Guajira sin hambre”.
Al manifestar nuestra solidaridad con el Movimiento Juvenil Diverso de La Guajira en este nuevo escenario de la capital de la República no se les puede olvidar que el gobernador, los alcaldes, representantes a la Cámara por la circunscripción de La Guajira, la clase dirigente regional, sector privado, las autoridades de los resguardos indígenas de los territorios guajiros, y aún el Gobierno venezolano, tienen arte y parte en esta problemática por los que atraviesan desde hace mucho tiempo los grupos más vulnerables del Departamento.
Ellos no se pueden lavar las manos olímpicamente, ni pasar de agache y responsabilizar la solución de esos reclamos al centralismo del nivel nacional. Son corresponsables en las soluciones aplazadas y están comprometidos a rendir cuenta de su gestión y administración de los cuantiosos recursos que han manejado en La Guajira.
Independiente de las soluciones concretas a las reivindicaciones de los jóvenes en un eventual levantamiento de la huelga de hambre queda la notificación a quienes aspiren a ser electos el próximo año cuando se realizarán las elecciones legislativas y presidenciales.
Quienes van a decidir los resultados de estos comicios en cualquier dirección, incluida la abstención, son los y las jóvenes. Su decisión ciudadana estará relacionada directamente al nivel de escucha de sus reclamos por ser incluidos en un proyecto intergeneracional en donde cada una de ellas y ellos ocupen un lugar desde el cual puedan cumplir su misión histórica de ser agentes de cambio de la sociedad.
Complementariamente, el ejercicio de nuevas ciudadanías con la participación de los jóvenes en diciembre 2021 (Consejos de Juventud) y en el 2022, al tiempo que crea nuevos liderazgos, profundiza la precaria democracia colombiana, la inmuniza de aventuras autocráticas y puede constituirse en referente para resolver las crisis sociales, política, económica, institucional y la postpandemia de La Guajira, la Costa Atlántica y Colombia.