El ocho de noviembre se conmemoró el día de la Acción Comunal. Sea la ocasión para que se reactiven en tiempos de paz y pandemia esa forma de organización comunitaria que fundó el sociólogo barranquillero Orlando Falsa Borda en la vereda de Saucío, municipio de Chocontá, Cundinamarca, en 1958.
Los problemas que explican la crisis de las Juntas de Acción Comunal según su autodiagnóstico son entre otros: debilidad en la formación educativa de la población comunal; la sostenibilidad de la organización comunal se ve amenazada por la baja participación y la falta de renovación de liderazgos; bajas capacidades de la población comunal en la estructuración y gestión de proyectos para el desarrollo comunitario; dinámicas de inseguridad y convivencia que dificultan el ejercicio de la actividad comunal; inexistencia de herramientas tecnológicas y sistemas que faciliten el manejo, la consolidación de la información comunal y la articulación con la oferta institucional; y por último, el marco jurídico existente está desactualizado y no responde a las necesidades de la acción comunal.
El propósito de recuperar y fortalecer el ejercicio de la acción comunal y las organizaciones que hacen parte de esta forma de participación ciudadana se logra mediante las siguientes acciones concertadas: primero: implementar estrategias de formación oportuna y adecuada para fortalecer las capacidades y el nivel de empoderamiento de los miembros de las organizaciones de acción comunal.
Segundo: generar incentivos y mecanismos de participación ciudadana para promover la inclusión de nuevos liderazgos en los escenarios de las Organizaciones de Acción Comunal (OAC). Tercero: fortalecer la capacidad de gestión de proyectos sociales y productivos mediante la capacitación en metodologías para su formulación, estructuración, implementación, evaluación y seguimiento.
Cuarto: implementar estrategias de seguridad para promover la protección de líderes y miembros de las OAC. Quinto: diseñar e implementar una herramienta tecnológica para contar con información de las OAC y sus miembros para facilitar actividades de Investigación Vigilancia y Control, y para articular y divulgar la oferta institucional de programas y proyectos orientados al desarrollo comunitario, y sexto: diseñar una propuesta de reforma y reglamentación del marco normativo comunal con el fin de establecer lineamientos ajustados a las dinámicas actuales del ejercicio de las OAC.
En principio, estas estrategias están financiadas de acuerdo con lo consignado en el documento del Consejo de Política Económica y Social (Conpes) 3955 de 2018. Para este año hay disponibles $21.964 millones, para el año entrante $22.043 millones y para el 2022 están proyectados $22.163 millones.
Las entidades nacionales que tienen asignados y administran esos recursos son: Ministerio del Interior, Departamento para la Prosperidad Social, Ministerio del Deporte, Banco Agrario, Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias (Cooperativas), Instituto Nacional de Vías y la Unidad Nacional de Gestión del Riesgos y Desastres.
Con los anteriores insumos cada municipio de La Guajira, incluidos los Departamentos, como de la región Caribe deben elaborar el respectivo plan de desarrollo comunal 2020-2022, y las Juntas de Acción Comunal capacitadas, deben formular los perfiles de proyectos, para que se los viabilicen las entidades competentes, les asignen y les giren los correspondientes recursos para su ejecución y rindan las cuentas correspondientes.
Hay que superar lo ocurrido en los años 1968 – 1990 cuando la mayoría de las JAC se convirtieron en apéndices de congresistas a través de los auxilios parlamentarios con efectos perversos para la misión de las mismas que marcaron su desnaturalización y marchitamiento. Replanteado la participación democrática por la constitución 1991, las OAC tienen su segundo aire si se entrenan para estructurar proyectos de desarrollo que respondan a las prioridades de sus comunidades, los gestionan para su presupuestario y puedan gerenciar su ejecución. Inclusive pueden captar recursos como operadores de proyectos y ganar capacidades ejecutivas, inclusive en esta coyuntura de la virtualidad por el Covid-19 que limita a muchos comunales para hacer su comprometido trabajo por el bienestar de la comunidad.