Sí, el presidente Petro fue elegido por una mayoría, pero no significa que solo gobierne para esos 11 millones, porque la institución presidencial representa a los 50 millones de colombianos que incluye a los que no votamos por él; por lo cual es imperativo que el presidente comprenda la importancia de gobernar para todos y no solo para los que lo apoyaron.
Aunque no voté por el presidente Petro tengo la convicción de que una vez elegido es el presidente de todos los colombianos y en el mismo sentido lo debe asumir el presidente: el candidato es de un partido, movimiento o número significado de ciudadanos, pero el elegido es de todos y para todos sin excepción.
Nadie desconoce que el país está enfrentando desafíos importantes y que los problemas requieren atención y soluciones por parte del gobierno, pero también es cierto que las soluciones deben llegar de manera inclusiva y trabajando para unificar al país. El presidente Petro tiene que gobernar con humildad y empatía, trabajando para construir un futuro mejor para todos. La unidad y la inclusión son fundamentales para superar los desafíos que enfrenta el país y construir una sociedad justa y próspera.
Y por eso el gobierno, es decir presidente y vicepresidenta, se van a tener que serenar, bajarle un poco al ánimo pendenciero y a las incitaciones con que se dirigen a la gente cada vez que están en un balcón o en cualquier tarima, y también cuando reúnen a periodistas y reporteros de los medios de comunicación. Porque de lo contrario podrá llegar el momento en que no van a dominar la situación y terminaremos en una confrontación entre quienes los apoyaron para elegirlos y los que no están de acuerdo con la forma arrogante y discriminatoria como exponen sus planteamientos cada vez que hablan en público.
El presidente no puede asumir que se debe llevar a cabo todo lo que piense y diga sin pasar por el cedazo de la concertación y del Congreso que es el foro de nuestra democracia aunque eso no le guste ahora. Es que el cambio que propuso y lo llevó a la victoria no puede ser para empezar de nuevo, como si nunca hubiera existido nada, más bien debe considerar que el cambio es eliminar lo que no haya servido, ajustar y mejorar lo que esté funcionando mal, así como mantener lo que está funcionando bien.
Debe tener en cuenta las opiniones de los que no lo apoyamos para elegirlo y esforzarse por unificar a la nación; escuchando sus preocupaciones y trabajando para abordarlas de manera justa y equitativa para mejorar la calidad de vida de los colombianos.
Los funcionarios del gobierno, con el presidente y vicepresidente a la cabeza, deben dar ejemplo de responsabilidad en el mantenimiento de la paz y la seguridad, en especial cuando se trata de situaciones de conflictividad social.
Sin embargo, las expresiones desafiantes de la vicepresidente, con ocasión del primero de mayo, apoyando a la “primera línea” no pueden unir al país, porque ese movimiento se destacó por su actitud agresiva y violenta en las protestas, y algunos de sus miembros han sido condenados.
La protesta social es un derecho fundamental de los ciudadanos que se debe realizar con responsabilidad y sin caer en el uso de la violencia. Le corresponde a las autoridades proteger a los ciudadanos que ejercen el derecho a manifestarse, pero también a los que no participan de las movilizaciones.
El apoyo arrogante de la Vicepresidente a la “primera línea” también puede ser interpretado como una señal para que los grupos de manifestantes más extremistas no tengan temor para actuar con violencia.
Es hora de que todos los líderes del país, junto con las ramas del poder público, se unan para trabajar por el bienestar de Colombia, y el presidente Petro tiene la responsabilidad de liderar ese esfuerzo para construir un futuro mejor que nos incluya a todos. La división y la polarización no pueden dirigir el mandato del gobierno. La actitud de liderazgo para trabajar en función de unir a la Nación es un deber del gobierno nacional.
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…