Si comenzamos por observar un panorama comparativo de las posiciones ideológicas de los países latinoamericanos, nos encontraremos con que Colombia, es el país que se ubica más a la derecha con base en su historia política; una encuesta realizada por el Proyecto de Opinión Pública América Latina, entre 19 países de la región, ubica a Colombia en el cuarto puesto de los países más derechistas, después de República Dominicana, El Salvador y Honduras. Esto quiere decir, que el promedio de los colombianos es más derechista con respecto al promedio de los ciudadanos de otros países de la región latinoamericana.
La derecha, entendida como el conjunto de grupos que se suscriben a una posición política que cree que las inequidades entre las personas son naturales y, por lo tanto, no son competencia del Estado, ha dominado la arena política colombiana. Durante 150 años, los partidos Liberal y Conservador ganaron elecciones. A pesar de diferencias en temas relativos a la relación entre el Estado y la Iglesia, la organización administrativa del país y el libre comercio, ambas organizaciones son representantes de la derecha tanto el Partido Liberal como el Partido Conservador y los otros que han avanzado, en mayor o menor medida; también han sido afectos a los intereses de grandes agricultores, ganaderos, cafeteros, comerciantes, banqueros, empresarios y desde 2002, los Liberales y los Conservadores más los otros partidos han venido perdido terreno en la arena política. Los líderes y partidos que los han reemplazado en la Presidencia y en el Congreso Álvaro Uribe (2002-2010), Juan Manuel Santos (2010-2018), Iván Duque (2018); Partido de Social de Unidad Nacional (Partido de la ‘U’), Cambio Radical (CR) y el Centro Democrático (CD) han mantenido una línea similar en temas socioeconómicos, a pesar de diferencias en temas de seguridad y políticas socioculturales.
La izquierda, entendida como el conjunto de aquellos grupos que creen que las inequidades entre las personas son artificiales y, por lo tanto, competencia del Estado ha sido tradicionalmente débil en Colombia. Dividida entre diferentes tendencias y facciones, hasta comienzos del nuevo siglo tuvo pocas victorias electorales, la gran victoria ha sido en este Gobierno de Gustavo Petro. Su fragilidad es el resultado de diferentes factores. Por un lado, reformas institucionales en los años cincuenta del Frente Nacional donde se hizo casi imposible la participación política de partidos diferentes al Liberal o al Conservador. Por otro lado, la guerra disminuyó la capacidad de los partidos de izquierda de conquistar votantes y formar líderes, hoy no hay líderes.
En la última década a muchos nos han inquietado las desigualdades de las que nuestro país ha sido protagonista durante toda su historia, qué causa esa inequidad; ¿Por qué hay gente que goza de comodidades diametralmente distintas al tipo de vida que otras personas tienen que afrontar? La desatención a temas meramente de derechos fundamentales a una población mayoritaria que ha venido ratificando que Colombia es más derechista, se cansó en el Gobierno anterior, y en aumentó ese descontento, por algunos de sus antecesores también por sus desatenciones.
La Colombia Humana visionó de manera acertada la debilidad de la derecha, e inició la construcción de su Caballo de Troya: ‘El Pacto Histórico’ y lo construyo en gran parte, con maderas de partidos de centro y de derecha, quienes fueron, más clientelistas que compromisarios de un modelo político que reclamaban los colombianos y pasó lo que pasó; Triunfó la izquierda.
A pesar de los grandes avances sociales de los últimos 25 años, amplios sectores poblacionales están padeciendo inadmisibles carencias. Esta realidad de las improvisaciones, del plato medio vacío o vacío para muchos, sumado a la narrativa del cambio, fue lo que llevó a Petro al poder y a construir su ‘Caballo’, El Gobierno de Petro ha dejado más polémicas y desilusiones que acuerdos y realizaciones, con muchos errores de gestión y, dos años después, ya no queda duda: más que gobernar, quiere quedarse con el poder para implementar ‘El modelo que sí falló’ aquí por su agenda volátil e indefinida , igual, en Cuba, Nicaragua, Argentina y Venezuela, y que, sumado a la cleptocracia denunciada en todos los noticieros y demás medios, donde funcionarios de todos los niveles son acusados de corrupción y mal uso de recursos públicos mientras se empobrecen poblaciones enteras como nos pasó en La Guajira; se niegan recursos a la salud y la lleva a la crisis, igual con la vivienda social; postra la industria; frena la minería y los hidrocarburos para llevar al país a una debacle; y ni hablar de la inseguridad, del orden público que se desbordo; y el control territorial, el asesinato de líderes sociales por narcocriminales ya raya en lo inadmisible.
Petro demostró ser un político sagaz, pero parece ajeno a su propia función administrativa y de líder. El periodo presidencial pasa muy rápido, de modo que tal vez ha llegado el momento de revisar el rumbo y establecer las victorias factibles y necesarias: ¿quién es el rey de Ítaca y el destructor de Troya, en Colombia?; la voz nuevamente la tendrá el pueblo.