A Sócrates Alighieri (nombre para ocultar al verdadero) no le quedaron más ganas de hablarme por el resto de su vida ya que tomó como un insulto lo que le manifesté. Él, como siempre alegre, me lo encontré en un recóndito paraje a las afueras de mi pueblo natal, donde nos concentramos ciertos guacharacos a tertuliar y cambiar el mundo. Dentro de esas charlas amenas Sócrates se levanta y en su momento de efervescencia se autoreconoció como un hombre de izquierda, yo, sin pensar que se fuese a ofender, le dije en forma de pregunta que si era Uribista, a lo cual me increpó con un enorme ¡Respete!!! Después que esperé a que se calmara y en forma de corregir el agravio que no pensé que era agravio, le dije que lo había tomado desde la génesis y los mismos conceptos etimológicos, desde la Francia de 1789 en la que gobernaba Luis XVI, pasando por la Gran Bretaña de los Whig y los Tory. Mi principio de tesis fue básico. En el momento estamos en un Gobierno del cual los que lo defienden serían los que se sientan a la derecha del gobernante, o sea el Petrismo y los que están en contra de las propuestas del Gobierno en este momento sería la izquierda, o sea el Uribismo. No me dio para responder, pero algo que le hubiese servido era que en su momento a la derecha se sentaban los ultrarrealistas y los contrarrevolucionarios y en la misma época imperial a la izquierda se sentaban los liberales y revolucionarios, pero no, él solo era de izquierda y punto.
Aquí es donde entra en razón mi posición, a la cual no permito que nadie me encasille como si fuera de izquierda o de derecha sobre el ser o no ser, la promulgación de políticas radicales mediante ideologías superfluas para someter al votante mediante unos liderazgos autoproclamados y eso no va conmigo. Yo estoy de acuerdo con el porte legal de armas como una herramienta complementaria a las políticas públicas de seguridad, como también estoy de acuerdo con la producción en tierras de ocio y la legalización de la marihuana para capitalizar la inteligencia y contrainteligencia Nacional (Los Gringos lo hacen desde hace más de 50 años), y por tener estas opiniones compartidas no me hace ni de izquierda, ni de derecha.
Cuando se crea y cimenta en el colectivo de la polarización ideológica para defender irracionalmente conceptos que pueden ser contraproducentes hasta sobre la misma existencia de sus militantes, conlleva a tener figuras como César Gaviria y Vargas Lleras, que crearon un sistema político tan complejo que pueden ellos disponer a voluntad y se reservan el derecho de quienes pueden participar en la contiendas electorales como candidatos, y en época de Gobierno utilizar los mecanismos de bancadas para defender sus intereses personales utilizando la ideología de sus partidos a su antojo.
La democracia ateniense se originó en el siglo V antes de Cristo y fue creada por Clístenes en el 507 a.C. Esa es la cuna de la democracia y dentro de sus características tenía que era directa, es decir, los ciudadanos participaban directamente en la toma de decisiones, nada de partidos políticos. Los ciudadanos varones libres y mayores de 20 años podían participar, los ciudadanos tenían libertad de expresión, los ciudadanos servían activamente en las instituciones que los gobernaban y la Asamblea se basaba en tres principios: isegoría (Todos tienen el mismo derecho a usar la palabra en la Asamblea), isonomía (la soberanía reside en la mayoría) y parresia (hablar con franqueza y sin miedo). Ahora tenemos una democracia secuestrada, donde hicieron creer que el ciudadano debe identificarse políticamente como de izquierda o de derecha y no cuestionar órdenes, por eso cuando alguien me pregunta que soy, simplemente contesto que soy un hp (abreviatura de Henry Peñalver).