Aún no llega el tiempo de brisas en donde los niños y niñas se divierten junto a sus padres en el parque de la ciudad y elevar sus cometas. Ese hexágono o triángulo que tanta risas y felicidad genera cuando con destreza hacemos que esta se alce y sea más altas que la de los demás niños. Gran añoranza de mi juventud cuando en la plazoleta del tanque del recreo en Barranquilla más de una vez practiqué esta hazaña.
Pero hoy vemos como nuestros deseos, nuestras ganas y metas no se elevan. Hay quienes nos impiden que esta vuele y se eleven en alto para todos. Las ideas, los pensamientos e ilusiones diferentes a otros nos convierten en víctimas. Pero no solo se es víctima cuando nos asesinan o matan. También me convierto en víctima cuando enmudezco al ver que pude elevar mi voz de indiferencia, pero no lo hago. Dejo que todo siga igual y cada vez me afecta a mí y a mi familia. Pero, obedezco.
Como zombies deambulamos sin conocer nuestro rumbo, pero soy más cruel al repetir el círculo de miseria que hoy vivo y seguramente repetirá mis hijos. Es decir, nos hemos puesto a pensar ¿qué futuro les espera a nuestros hijos? ¿Sí hay un futuro en mi país? ¿Cómo analizo y reflexiono sobre los sucesos ocurridos? ¿Hay voluntad del gobierno actual hacia los más marginados? Usted tiene las respuestas.
Sin embargo, es bueno recordar muchas cosas. Primero, el año 2020, inicio de la pandemia Covid-19, todos dicen en voz alzada, un año muy duro. Pero ¿duro para quién o quiénes? Si la corrupción y el tráfico de influencias en el alto gobierno y políticos, fue mayor a un tiempo “normal”.
Lo que sí es claro, la clase marginada y mal llamada media, nos dieron duro. Es decir, nos sacaron de nuestros empleos, nos exprimieron los bolsillos, mamá y papá que laboran en la informalidad en las calles, los encerraron para evitar ser contagiados, los niños confinados en sus casas de cartón y plástico porque las escuelas construidas el siglo pasado, cerraron. El trabajo doméstico se acabó, donde muchas de nuestras madres cabezas de familia hallan el sustento de sus hijos.
El Gobierno nacional se jactaba en un programa de televisión que ayudaba a la clase pobre con subsidios. Con un abanico de programas sociales que eran y son, una panacea genial del presidente Duque. Pero, la realidad fue otra, ya no comen tres comidas diarias, los niños desertaron de las escuelas por falta de conexión con sus docentes, falta de dinero para recargar datos y seguir sus estudios, desempleo por las nubes. Pero aquí lo que importaba es decir a diario en única vía de discurso, que todo estaba bien. Tapando la corrupción que nunca detuvo el Covid-19.
Más tarde ocurre el estallido social casi nacional, represado por años, aplastado por cada uno de los gobiernos de derecha que nos han gobernado por más de 20 años. Gobiernos que aún defienden pocos y que, con el poder del dinero corrupto, logran que olviden por días el hambre, las necesidades y padeceres. Ya llega el 2022, con la esperanza que nuestros muertos, que la lucha de los jóvenes no haya sido en vano, que sus almas se sientan regocijadas por la decisión inteligente de un pueblo que aún no muestra en las urnas. Ojalá demos un paso importante y concedamos una oportunidad diferente, no basta con imaginarnos, ni con creer. Es alcanzar, con justicia popular, que mi cometa de sueños y esperanzas para todos, se eleve más alto que las nubes.