Después de más de un año de haber aparecido la pandemia por el Covid-19, la que ha generado un fuerte impacto económico en términos de desempleo, disminución de salarios y aumento en los índices de pobreza, nos deja una inquietud de cómo los alcaldes están organizando fiscalmente sus municipios. Esto representa un reto fundamental para la sostenibilidad fiscal de los entes territoriales, dado que la necesidad de recursos para proteger o reactivar a los sectores afectados amenaza con desequilibrar las finanzas públicas, es una tarea que debe ser hecha sin errores por los 15 alcaldes del Departamento de La Guajira para garantizar a futuro la viabilidad de seguir siendo municipios y no retroceder a ser corregimientos nuevamente.
En este escenario, la emergencia por el coronavirus llegó a La Guajira como a todos los municipios del país, es una situación fiscal vulnerable, donde el proceso de consolidación fiscal se ha estancado con un deterioro sustancial de las finanzas públicas, que de no parales la atención que amerita, entregarán al final de cada mandato una herencia fiscal nada halagadora. En términos de los desequilibrios fiscales inicialmente debe haber un déficit fiscal de por los efectos que ha generado la pandemia en las finanzas de cada municipio.
Sin embargo, con la crisis se ha estimado que podría agravarse, más si no hay planificación y disciplina fiscal, para pagar deudas generadas por la situación donde se tendrán que generar mayores superávits, lo cual implica un fuerte esfuerzo fiscal y un crecimiento en cada ente territorial dada la coyuntura actual, es acá donde surge la gran preocupación de que están haciendo los alcaldes en cada uno de los 15 municipios.
En este escenario, los municipios de la península están enfrentando los impactos sociales y económicos que representa el confinamiento de la población, la situación no es nada alentadora si los alcaldes con sus equipos municipales (secretarios de Hacienda y Planeación principalmente) no analizan el estado de las finanzas, con la pandemia el problema podría agravarse ya que no se vislumbra una solución a corto ni a mediano plazo; se espera que la economía en todo el Departamento decrezca en una magnitud que puede preocupar y afectarnos a todos, lo cual implica que el Gobierno departamental y los municipales tengan que realizar gasto público de manera importante para poder ayudar a reactivar la economía y brindarle confianza a sus gobernados.
Si bien es cierto que, a los alcaldes, les ha tocado sacrificar recursos en todos los sectores, ya sea por alcance o eliminación de metas, por ejemplo, disminución de los recursos destinados a sectores como en medio ambiente, educación, salud, en grandes proyectos bandera de sus planes de desarrollo, que pueden correr el riesgo de no ser ejecutados, lo que obliga “tomar el toro por los cachos” respondiendo a la confianza que depositaron sus electores para ser elegidos.
Después de más de un año, los alcaldes deben ya determinar el impacto fiscal total de la emergencia por el coronavirus, es fundamental que la política y gestión fiscal logre que la pérdida total de actividad económica y deterioro fiscal sea mínima y que pueda retomarse en corto tiempo el crecimiento económico y la vuelta a la sostenibilidad fiscal para poder que al final de sus gobiernos puedan entregar, como los recibieron, municipios viables y sostenibles. Amanecerá y veremos si la confianza depositada en ellos valió la pena.