En estos momentos de tanta incertidumbre, cuando no se ve una salida a la profunda crisis generada inicialmente por una pandemia a la cual se suma el pago aplazado de una la deuda social que desnuda la creciente pobreza que se vive por los grupos más vulnerables en Colombia, es inspirador y esperanzador reflexionar escuchando el testimonio del maestro de la vida José Mujica, expresidente de Uruguay y verificador del avance del Acuerdo de Paz.
A propósito de lo que está ocurriendo en Colombia desde el 28 de abril, concede una entrevista a Diego Aretz y publicada por El Espectador. A la primera pregunta que se le formula en el marco de los tiempos difíciles que vive el país, el mensaje que envía ‘Pepe’ Mujica a jóvenes, mujeres y hombres que marchan en las calles del territorio nacional demandando un cambio está centrado en identificar la causa del malestar social. Para él es la creciente conciencia en las nuevas generaciones de la dolorosa desigualdad, que se transforma en una sensación insoportable, particularmente, para la gente joven. Ante esta inequitativa situación, afirma que la respuesta siempre es de alta política que cambie algunos horizontes, y eso significa la construcción de fuerzas colectivas, que les sirvan de herramienta para que la sociedad pueda hacer frente a un tiempo de cambios que conduzca a “repartir un poco mejor la torta.”
En relación con las transformaciones que demandan los manifestantes, opina que quizá los cambios necesitan más tiempo y una fuerza política organizada, que va más allá de manifestaciones en la calle, que les pueda dar una alternativa, una esperanza, a las grandes mayorías del pueblo colombiano. Y hace la salvedad “Esto, visto de lejos, cometo el error de poder equivocarme a la distancia. Por eso, la cosa es una larga lucha. No quiero mentirle a la gente. No hay una solución a la vuelta de la esquina, pero hay esperanza. Tiene que haber un desenlace político, por lo menos de abrir un diálogo y un camino de esperanza”.
A partir de lo que está sucediendo en la actualidad en Colombia, la pregunta acerca del papel que juegan los políticos y los jóvenes en el cambio que se reclama responde a partir de su propia experiencia “Creo que sobra fuerza para un estallido, falta la paciencia del trabajo firme en el largo plazo para poner todos los minutos de nuestra vida al servicio de una causa y organizarla con otro. Ahí es donde está la cuestión. Pero eso significa que hay que cultivar también mucho el sentido de la unidad, y no creer que uno tiene la verdad absoluta.
Quisiera que, desde luego no voy a convencer a ningún muchacho de los que están calientes en la calle, porque yo fui muchacho y lo viví, pero que esa rabia la transformará en un compromiso. No compromiso para un día o dos o veinte. Compromiso para el resto de la existencia. Vivir con una causa es darle un contenido a la vida. De lo contrario, en nuestra vida nos volvemos pagadores de cuentas, pagadores de crédito, absorbidos por la sociedad consumista. Porque vas a envejecer, si te dejan, y el problema es que no envejezcas traicionando lo que llevas dentro.
El cierre de la entrevista es retadora. Manifiesta José Mujica su deseo de finalizar el diálogo desde Montevideo con un par de mensajes: Uno para el presidente, para los políticos en Colombia, también para la oposición, a todas las personas que pueden liderar voces y de alguna manera impactar en la población.
“Lo único que les puedo pedir es que se quieran un poco más, que respeten al hombre, que respeten a las mujeres, que se respeten a sí mismos. Esto no se arregla a palos. Esto necesita construir salidas políticas; la esperanza es un edificio complicado, pero hay que construirlo con esfuerzo humano y quienes tienen la responsabilidad sería bueno que la asumieran”.