La tasa de natalidad en Colombia ha registrado un preocupante descenso del 13,75% en 2024, con un total de 445.011 nacimientos, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane). Esta disminución, que se agudiza en el departamento del Atlántico con una caída del 34,4%, es atribuida a múltiples factores económicos y sociales, de acuerdo con expertos. Especialistas han señalado que la incertidumbre económica, la precarización del empleo y el creciente costo de vida han llevado a muchas personas a postergar la decisión de tener hijos. Según expertos en sociología, esta situación responde a problemas estructurales del mercado laboral, donde la falta de estabilidad y la reducción de derechos han generado dificultades para asumir la responsabilidad de formar una familia. Asimismo, indican que la sociedad actual experimenta lo que se conoce como "Modernidad Líquida", caracterizada por la incertidumbre, la inmediatez y la falta de vínculos duraderos. En este contexto, muchas personas consideran que la crianza de un hijo requiere un tiempo y una estabilidad que cada vez son más difíciles de alcanzar en la actualidad. Por otro lado, analistas políticos y sociólogos atribuyen el fenómeno a cambios sociales y tecnológicos, sumados a los efectos de la pandemia. Explican que el auge de las redes sociales ha fomentado dinámicas de vida más individuales, reduciendo el interés en la construcción de relaciones a largo plazo. Además, destacan el papel creciente de la mujer en el mercado laboral, un factor que ha llevado a muchas a postergar o replantear la maternidad en función de sus aspiraciones profesionales. Las consecuencias de esta tendencia van más allá del ámbito familiar. Los expertos advierten que, en el futuro, el decrecimiento poblacional podría impactar negativamente el sistema de pensiones, la educación y el mercado laboral. Con menos jóvenes en formación, la oferta de mano de obra calificada podría verse reducida, afectando la competitividad del país. Especialistas recuerdan que otras naciones, como Japón y el Reino Unido, han enfrentado crisis similares, recurriendo a políticas de inmigración para mitigar los efectos de la baja natalidad. Sin embargo, advierten que este fenómeno también puede derivar en un aumento de problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión, acentuando el aislamiento social. A pesar del panorama incierto, los expertos concluyen que estas fluctuaciones demográficas han ocurrido en distintos momentos históricos y forman parte de la evolución social y económica de la humanidad. No obstante, enfatizan en la necesidad de diseñar políticas que atiendan las causas estructurales de la problemática y promuevan condiciones más favorables para la estabilidad de las familias en el país.