Rose Girone, considerada la persona más longeva entre los supervivientes del Holocausto, falleció a los 113 años en un asilo de Long Island, Nueva York. Su deceso ocurrió el 24 de febrero de 2025, pero la noticia fue confirmada días después por su hija, Reha Bennicasa.
Nacida en 1912 en Janow, un poblado que hoy pertenece a Rusia, Rose—cuyo nombre original era Rosa Raubvogel—se trasladó a Alemania junto a su familia en su infancia. Allí se casó con Julius Mannheim, un judío alemán, y en 1937, cuando estaba embarazada de nueve meses, su esposo fue arrestado y enviado al campo de concentración de Buchenwald.
A pesar de estar a punto de ser deportada, un soldado nazi se apiadó de ella al notar su estado y logró escapar. Posteriormente, vendió todas sus pertenencias para comprar un visado hacia China, huyendo junto a su esposo e hija hacia Shanghái, donde vivieron en un gueto judío bajo ocupación japonesa.
Tras el fin de la guerra, emigraron a Estados Unidos y se establecieron en Nueva York. Rose se divorció años después y contrajo matrimonio con Jack Girone, de quien tomó su apellido.
Girone dedicó su vida a preservar la memoria del Holocausto, compartiendo su historia con la Fundación Shoah y otros organismos. Se convirtió en un símbolo de resistencia y superación, inspirando con su frase: «Nada es tan malo que no puedas extraer de ahí también algo bueno».
Hoy, se estima que quedan 245.000 supervivientes del Holocausto en el mundo, 14.000 de ellos en Nueva York, la ciudad con mayor población judía fuera de Israel.