La Agencia Nacional de Licencias Ambientales – Anla-, finalmente, dio vía libre para que los proyectos de energías limpias se puedan ejecutar sin talanquera, para poder transportar los casi, unos 1.050 megavatios de energía que va a generar el departamento de La Guajira.
El proceso de licenciamiento tuvo durante su recorrido muchos tropiezos, uno de ellos, fue el recurso de reposición que solicitaba subsanar algunas actividades, que al parecer se habían negado en la licencia otorgada el 12 de junio pasado.
La colectora de La Guajira, tiene como objeto recoger toda la energía que se producirá en este departamento, y está conformada por dos líneas de transmisión eléctrica paralelas de 500 KV proyectadas entre la subestación Colectora localizada en el municipio de Uribia y la subestación Cuestecita, municipio de Albania.
Desde Cuestecita, sale la línea de transmisión eléctrica Colectora 500 KV, a la subestación La Loma, en el Cesar, con una longitud de 247 km, compuesta por más de 500 torres que pasan por siete municipios en La Guajira y cuatro en el Cesar.
Del proyecto en La Guajira se conoce poco, o mejor nada. Ha sido una obra fundamentada en el mutismo, el sigilo, los secretos. Solo quienes cruzan la carretera entre Cuestecita y Chivo Feliz, en la zona occidental de Cerrejón, se percatan que existe maquinaria pesada, movimiento de tierra, presencia permanente de vehículos, sin saber qué pasa.
Además de las Consultas Previas, en las zonas intervenidas, la obra debió ser socializada con la comunidad. No fue así. Parece que decisiones técnicas han impedido que los gobernantes, dirigentes, medios de comunicación, y los habitantes de la región, conozcan más allá de lo que puede ver sus ojos desde la carretera.
Se sabe que se realizaron 12 consultas previas, pero no se conocen qué beneficios recibirán las comunidades indígenas y arijunas que habitan en la región.
En su recorrido se instalarán unas 500 torres eléctricas, interviniendo 1.578 hectáreas de tierra habitadas por comunidades indígenas koguis, arhuacos, wiwas y kankuamos; además de los pueblos yukpa, y afrocolombianos localizados en La Guajira y Cesar.
No puede repetirse la historia de El Cabo de la Vela y otras comunidades de La Guajira, que solo miran pasar las torres eléctricas, pero que carecen de energía y agua potable.
Se aspira a una producción 1.050 megavatios, que transmitirá la energía renovable de siete parques eólicos en La Guajira.
La energía limpia debe representar a La Guajira, lo mismo que la generación de energía hidroeléctrica a las regiones del interior del país, que gozan de un kilovatio más barato.
Qué no ocurra lo mismo con las tarifas del gas natural que sale de este territorio, paradójicamente cuesta más en estos pueblos, que en las grandes ciudades del país. Esperamos que los congresistas, el gobernador y los alcaldes exijan claridad en el tema.