Nativos y extranjeros se dieron cita en la asistida calle Primera, donde se ofrecieron ferias gastronómicas, artesanías, demostraciones artísticas, actividades deportivas y culturales que estuvieron disponibles para el disfrute de los asistentes.
Pero en medio del goce y el esparcimiento, sin duda alguna, a los bañistas les faltó reflexionar más, sobre las precauciones al momento de disfrutar de las playas de la ciudad, puesto que pese a las recomendaciones y operativos llevados a cabo por los organismos de socorro y las autoridades del Distrito, más de 8 personas fueron rescatadas a punto de ahogarse en el mar, y alrededor de 30 menores fueron encontrados bañándose en aguas del Riíto y calificados por los salvavidas en condición de peligro a ahogarse, niños que jamás contaron con el acompañamiento de sus padres o un adulto responsable.
Estos hechos evidencian que durante las épocas de receso algunos no solo se olvidan del trabajo y la rutina diaria, sino también de la compostura y la precaución, especialmente del cuidado de los infantes, cuya responsabilidad debe ser asumida por sus padres. Y aunque la oportuna reacción de las autoridades evitó un significativo número de incidentes que hubiesen podido opacar el descanso de los bañistas, queda claro que este Distrito Turístico y Cultural necesita reforzar sus medidas de seguridad, no solo en las vías y carreteras, sino también en las playas, que cada vez se vuelven más apetecidas por los colombianos.
Estos incidentes deben servir como referencia para que en futuras temporadas las entidades distritales y el Departamento diseñen estrategias preventivas que fortalezcan la seguridad de los visitantes, es decir que las recomendaciones, señalizaciones en las playas, campañas pedagógicas y la vigilancia del consumo del alcohol de los turistas, también deben hacer parte de los paquetes vacacionales.
La Gobernación de La Guajira y las alcaldías con playas y sitios de masiva visita, deben trabajar para recuperar la credibilidad turística con el fin de recuperar el 50% de visitantes que este año no ocuparon las camas de los hoteles, por la mala imagen que han generado los nativos.
Igualmente, le queda la tarea a las autoridades controlar la cantidad de peajes humanos instalados por los aborígenes en las vías, quienes cobran un impuesto para que los turistas continúen su trayecto y en la eventualidad que el conductor no acceda a las prensiones, le pueden afectar con piedra a los vehículos.